Perros atados con longanizas corrían de aquí para allá, ladrando, saltando unos encima de otros y empeñados en devorar los suculentos collares de los adversarios. Una chica con una camiseta fucsia y un lema en el pecho (“fuck me, I´m famous”) trataba en vano de detenerlos. El sonido llegaba a mis oídos amortiguado, como debajo del agua. Cansada de correr, la chica se sentó a observar el panorama. Pronto los perro se hartaron de longaniza y empezaron a morderse unos a otros. La sangre corría verde por el suelo y el ruido iba en aumento. La chica sonreía excitada y un hilillo de baba caía al suelo desde la comisura de su boca entreabierta.
La carretera humea calor en la distancia al derretirse lentamente el asfalto con el sol de agosto y los coches, como lentos y pesados insectos se desplazan con rumbo desconocido. Un accidente cercano convertía atasco en infierno de aire acondicionado y conversación vacía. Desde mi posición era imposible distinguir entre las diferentes radiofórmulas sintonizadas, los cláxones impacientes y las imprecaciones de los conductores. El asfalto se derrite poco a poco y va engullendo automóviles, conductores y suegras. Niños chillones y malhumoradas –e insatisfechas- esposas gritan su desconsuelo. La calzada se lo traga todo como las putas de los anuncios de prensa. La chica de la camiseta rosa levanta la vista y ríe fuerte. Los perros vomitan trozos de carne y pelo.
El sueño se desvanece lentamente como vino, sin hacer ruido. Despierto y en ese duermevela espectral trato de dormir de nuevo, de recuperar el sueño. Tengo que hablar con esa chica, no puedo dejarlo para otro día.
follatela!
ResponderEliminarmandalas poemas: En cuanto pueda te haré una visita.
ResponderEliminarBienvenido.
Un abrazo, Victor.
Lady Glamour: Nah, no era tan famosa...