lunes, 30 de junio de 2008



- Tengo que decirte algo.
- El qué.
- Te mueres.
- Ya lo sé.
- ¿Lo sabes? ¿Cómo que lo sabes? Hace cuánto…
- Hace mucho tiempo. Hace años que lo sé. Casi desde que tengo uso de razón. Sé que desde que nací estoy muriendo, poco a poco o más rápidamente, imperceptiblemente o de una forma evidente, poco importa. Cada día que pasa es un día menos mucho más que otro día más.
- Ya. Pero es que ahora es inminente.
- ¿Y qué importa eso? ¿En qué cambia las cosas?

Apagué la tele y me fui a la cama. Tenía en el paladar un regusto amargo, una sensación de tener que haberle dicho algo a algunas personas, quizá para prepararlas, quizá solo para prevenirlas, tal vez únicamente para definir el terreno en el que moverse, el día a día, la noche a noche. Tenía la seguridad de haber estado ocultando (ocultándome) lo más importante durante demasiado tiempo.