tag:blogger.com,1999:blog-11290296419150311202024-02-22T11:12:28.426+01:00Apeteciendo TransparenciaUn ciegohttp://www.blogger.com/profile/12801268453169680531noreply@blogger.comBlogger164125tag:blogger.com,1999:blog-1129029641915031120.post-25949663042024588622014-05-16T10:05:00.000+02:002020-11-16T00:39:39.887+01:00Ya no<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://www.flickr.com/photos/31925344@N08/13288824574/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;" title="02-new0609Alexandre Bertin por apeteciendotransparencia, en Flickr"><img alt="" src="http://farm4.staticflickr.com/3771/13288824574_d6fb391945_o.jpg" title="Foto de Alexandre Bertin" width="440" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div>No des un paso más. No te acerques. No quiero que me veas así. Atrás. Mantente dónde estás. No me obligues. No. <br /><br />No vengas hacia mí. No me digas nada. No lo permitiré. Otra vez no. <br /><br />No digas que me quieres. No significa nada. Es absurdo que lo intentes. <br /><br />No me preguntes nada. No quiero recordar nada. No quiero saber nada. <br /><br />Tus palabras no dicen nada. Tu mirada no expresa nada. Tus manos, tus ojos, tu boca, no muestran nada. Nada que no sepa. Nada que no haya oído mil veces. Nada que quiera volver a escuchar. <br /><br />No insistas. Está todo hablado. Y lo que no, no importa ya. Nada importa ya. <br /><br />No Ya no.<br /><br /><br /></div>Un ciegohttp://www.blogger.com/profile/12801268453169680531noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1129029641915031120.post-60429190593273362682014-05-14T12:36:00.000+02:002020-11-17T02:59:53.148+01:00Triunfador<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://www.flickr.com/photos/31925344@N08/14183853184/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;" title="vencedor1 por apeteciendotransparencia, en Flickr"><img alt="vencedor1" height="323" src="https://farm8.staticflickr.com/7435/14183853184_016fffd88b_o.jpg" title="Autor desconocido" width="432" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div>Eres un triunfador. Lo sabes. Puedes ir con la cabeza bien alta, la frente arriba, bien arriba. Puedes permitirte el lujo de mirar a los lados con suficiencia, eres un ganador. Despilfarra tu andar seguro, repártelo a quien lo quiera coger, copiar. Derrocha empaque, a ti te sobra, claro que sí. Reparte gestos, leves desprecios, el pecho inflado, la cabeza -repito- alta, la mirada limpia, penetrante, profunda. El paso rápido, ya sé que tus piernas no son muy largas, no importa, colega. Rápido y seguro. El periódico en la mano, doblado. La Razón, ABC o Nueva Empresa. Uno de esos. Uno de esos que demuestran bien a las claras que eres un tipo al que sonríe la vida. Justo lo que mereces. <br /><br />Vale, sí, tu traje es barato, podría estar mejor planchado. Como tus zapatos, que podrían estar más limpios, relucir incluso. Ok, amigo, aún no has ganado nada realmente. Pero, los dos lo sabemos, es cuestión de tiempo. Qué digo los dos, todos lo sabemos. Así que, desde luego, puedes mirar por encima del hombro. Desde tu superioridad manifiesta. Moral y de la otra. Puedes permitirte ese lujo, sin duda, así lo atestigua tu (falso) reloj de marca; tus gemelos dorados. Hazlo, no te preocupes, no habrá consecuencias, eres un conquistador. Deleita a las mujeres –te adoran- con esa estudiada caída de ojos, tan tuya. Guíñalas levemente, sonríe de lado, muestra tus encantos, eres un pavo real, el gallito del gallinero. Los hombres te envidian, las mujeres te desean. Incluso viceversa, por extraño que parezca. <br /><br />De acuerdo, estamos de acuerdo, la humildad es importante. Pero no para ti. La humildad para los débiles, los ganadores no la denotan, salvo fingida, parte de un plan mayor, un arte de seducción. Uno de tantos de los que dominas. De los que hacen que las mujeres se rindan a tus pies, todas, las caras y las más baratas. Tú sabes lo que interesa, tú sabes lo que cuenta realmente. Tú no eres uno de esos tíos “que escuchan”, no te hace falta. Sabes todo lo importante. Tienes demasiado que decir como para perder tiempo. ¿Sensible? Mariconadas. Tú eres un hombre de verdad, de los de antes, de los de siempre. <br /><br />Tú, tú, tú, tú. Siempre tú, sólo tú. Vamos allá, cómetelos, campeón.<br /><br /></div>Un ciegohttp://www.blogger.com/profile/12801268453169680531noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1129029641915031120.post-90695949883013875382014-03-26T15:54:00.000+01:002020-11-17T03:01:09.604+01:00Cuatro ojos<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://www.flickr.com/photos/31925344@N08/13288433195/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;" title="18307barbara taurua por apeteciendotransparencia, en Flickr"><img alt="" height="302" src="http://farm8.staticflickr.com/7413/13288433195_28d66d0476_o.jpg" title="Foto de Barbara Taurua" width="456" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div>Las dioptrías difuminan tu silueta pero no pueden hacer nada con la evocación. El sabor de tu piel, el aroma de tu pelo, el recuerdo de tu tacto, siguen impregnando mis sentidos. Me empapan de memoria, me calan por fuera y por dentro. Luego, ya con las gafas puestas, añadiré sensaciones a la recopilación. Una, cada vez más completa y al mismo tiempo, cada vez más vacía. Una colección de esas raras en las que cuantos más cromos tienes, más te faltan. Sobre todo porque conoces mejor el total, tienes más conciencia del tamaño, de la cantidad de elementos que componen a la otra persona. Y claro, una vez que los vas conociendo todos, poco a poco, capa a capa, no puedes dejar de querer tenerlos, no puedes permitir que te falte ninguno. Clasificaditos, a poder ser. <br /><br />Pero no puede ser. El repertorio cambia cada momento, no hay dos segundos iguales. No en esencia. Puto Schrödinger, piensas para tus adentros. Sin embargo, su presencia en tu mente dura poco. El duermevela hace que en rápida sucesión vayas de la cuántica al gato; del felino al arqueo de la espalda femenina que se levanta en ese momento. Y de ahí a todo lo demás. Intentas en vano agarrar esa sensación pero se te escapa entre los dedos como arena. Y de la arena, al reloj; del cronómetro, al tiempo como concepto. No hay tiempo para abstracciones (tu cerebro se recrea en la polisemia una milésima de segundo, una décima tal vez), no. No, cuando quieres recuperar sabores, olores y tactos. Lo antes posible. <br /><br />Con los cuatro ojos puestos, con la mirada ya limpia, con la cabeza despejada, todo se ha perdido. La figura en lugar de hacerse obvia ha desaparecido. Suerte que ha dado tiempo. Suerte que en el álbum de tu cabeza hay un hueco menos. Lo demás son recuerdos, evocaciones del pasado que no regresan aunque limpies una y otra vez los cristales que te separan de la realidad. Esa que es mejor (a veces, sólo a veces) contemplar sin gafas. <br /><br /></div>Un ciegohttp://www.blogger.com/profile/12801268453169680531noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-1129029641915031120.post-50447368864013307942014-03-20T15:12:00.000+01:002020-11-17T03:01:55.119+01:00Carta a una sirena perdida<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://www.flickr.com/photos/31925344@N08/13285434495/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;" title="0051095Jacek Jedrzejczak por apeteciendotransparencia, en Flickr"><img alt="" height="325" src="http://farm3.staticflickr.com/2833/13285434495_e8f62c5361_o.jpg" title="Foto de Jacek Jedrzejczak" width="467" /></a></div><br />Nadaste demasiado profundo, sirena. Te perdiste allá donde querías encontrar marineros que encantar, tú, que siempre fuiste faro. Tú, mujer con cola de pez, tan fascinante, tan sugerente, que hubo que inventarte traidora; hubo que fabular para no reconocer que eras irresistible. Nadaste demasiado lejos y desapareciste. <br /><br />En tierra se te echa de menos, aunque el recuerdo permanezca, no es suficiente, nunca lo es. Se te añora, dama blanca, mucho. Fuiste como esa ola que nunca vuelve al mar. Porque no vuelve ninguna, jamás. Y hoy se recuerda el regusto salado en los labios, pero no es ya lo mismo. <br /><br />Imagino que tu ausencia es una buena señal, una garantía de que tu vida va, de que tu vida existe. Quiero imaginarlo, claro, certezas las justas. Quiero suponer que la sirena encontró a Ulises y se enamoró. Quiero creerlo, pensar que el rubio aquel de ojos claros siguió creciendo y absorbió todo el tiempo de la sirena madre. Y que fue para bien. <br /><br />Imagino que el astur que secuestró tu corazón lo tiene a buen recaudo. De modo que al final, aunque voluntariamente, eres tú, sirena, la seducida. Eres tú la cautivada, en una especie de paradoja elegida que por eso mismo, no duele. O no mucho. <br /><br />Pero hoy releo palabras escritas con pluma de salitre, frases que huelen a Cantábrico y me invade una cierta nostalgia. Una melancolía absurda, por un tiempo que no fue, sin duda, mejor, para nadie. Sin embargo fue un tiempo que tuvo detalles y letras que sí merecen ser recordadas y que, también sin duda, se echan de menos pese a todo. <br /><br />No sé si te llegará este escrito, allá donde estés. No sé si en esa tierra lejana a la que te retiraste perderéis el tiempo con transparencias. Allí donde es el mar el translúcido, cuando la espuma le deja. Esa tierra lejana que habitas, que has hecho tuya. Al norte del norte pero al sur de tu norte, por raro que suene. En realidad no tiene demasiada importancia. Sólo quería que lo supieras. Por si te da por volver. <br /><br /></div>Un ciegohttp://www.blogger.com/profile/12801268453169680531noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1129029641915031120.post-61818749205156356592014-01-23T03:03:00.000+01:002020-11-17T03:04:10.649+01:00Espantapájaros<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody><tr><td style="text-align: center;"><a href="http://www.flickr.com/photos/31925344@N08/12099927884/" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" title="Del corto El Espantapájaros de Gonzalo Zona"><img alt="Del corto El Espantapájaros de Gonzalo Zona" height="295" src="http://farm4.staticflickr.com/3805/12099927884_a31b8d31b5_o.jpg" width="484" /></a></td></tr><tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Fotograma del corto El Espantapájaros, de Gonzalo Zona <span 11px="" 14.079999923706055px="" arial="" data-reactid=".2.1:3:1:$comment1105657394=210201813198427409=263_5981192:0.0.$right.0.$left.0.0.0:2" font-family:="" font-size:="" grande="" left="" line-height:="" lucida="" sans-serif="" tahoma="" text-align:="" verdana=""> </span><span data-ft="{"tn":"K"}" data-reactid=".2.1:3:1:$comment1105657394=210201813198427409=263_5981192:0.0.$right.0.$left.0.0.0:3" face="'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif" style="font-family: 'lucida grande', tahoma, verdana, arial, sans-serif; font-size: 11px; line-height: 14.08px; text-align: left;"><span data-reactid=".2.1:3:1:$comment1105657394=210201813198427409=263_5981192:0.0.$right.0.$left.0.0.0:3.0"><a data-reactid=".2.1:3:1:$comment1105657394=210201813198427409=263_5981192:0.0.$right.0.$left.0.0.0:3.0.$interpolator0:0" dir="ltr" href="http://www.facebook.com/l.php?u=http%3A%2F%2Fwww.youtube.com%2Fwatch%3Fv%3D7sSGxk9QVhE&h=HAQERE72t" rel="nofollow" style="color: #3b5998; cursor: pointer;" target="_blank">http://www.youtube.com/watch?v=7sSGxk9QVhE</a></span></span></td></tr></tbody></table><br /><br />Desde el principio, el espantapájaros había estado allí. Lloviera o tronase, hiciera frío o luciera el sol más radiante, imperturbable, vigilaba el campo de la parte trasera de la casa. Cada día Alicia se asomaba a su ventana y durante horas se dedicaba a observarlo. Miraba los pájaros que se posaban en sus hombros sin importarles ni su nombre ni su función y los espantaba ella, airadamente, enfadada con su insolencia, disgustada con lo que consideraba, sin duda, una imperdonable falta de respeto. Así había sido desde que recordaba. Lo cierto es que era raro que aquellos pájaros se molestaran en picotear el grano, verde o maduro tanto daba, que plantado por el padre de Alicia suponía la mayor parte de los modestos ingresos de toda la familia. Desde muy niña, aquel era un comportamiento que no terminaba de entender; habría estado dispuesta a dejarles tranquilos si el descaro hubiera servido para alimentarse, pero que la única razón de molestar al monigote fuera esa misma, la soliviantaba. <br /><br />Alicia procuraba que su amigo estuviera lo más cómodo posible: en verano, cuando picaba el sol, en las horas más calientes del día, le ajustaba el rancio sombrero de paja y le abanicaba para que sintiera el menor calor posible y, en invierno, cuando a duras penas la nieve acumulada en el campo todavía no sembrado la permitía llegar hasta él, le cubría con mantas. Le hubiera gustado ser más alta para poder coger una nube y exprimirla para él, cuando hacía meses que no llovía y la sed tenía que ser insoportable. En cualquier época del año, Alicia se sentaba bajo el espantapájaros y le ponía al día de lo que le iba sucediendo. Obviamente no obtenía respuesta alguna del muñeco pero le daba la sensación de que escuchaba con atención, casi de forma reverencial y eso para una cría (y para luego una menos niña) era más que suficiente. <br /><br />Alicia tenía amigas y amigos de su edad, siempre los había tenido, pero la intimidad que alcanzaba charlando con ellos no tenía comparación. El espantapájaros era su confidente primero, su diario después y su más atento (en lo que se refiere a la conversación) amante más tarde. Con él no había vergüenza, no había reproches y no había pelea posible. Al fin y al cabo, ella sentía que en los ojos de botón de la cara de trapo había comprensión, afecto y, en ocasiones, cuando lo que le había sido confiado era un comportamiento o un pensamiento poco apropiados, incluso un ligero deje burlón que hacía que la niña se diera más cuenta aún de lo dudoso de su forma de portarse. <br /><br />Fueron pasando los años y las estaciones. La lluvia, el frío y la nieve, tanto como el calor y las épocas de sequía, fueron desgastando, envejeciendo y ensuciando la ropa y la misma estructura del espantapájaros. Perezosamente el viento descubría el reuma de las articulaciones de madera y paño y lo que en su momento lució airoso, chirriaba después como si le faltara aceite. Alicia trataba de mitigar la madurez de su compañero como buenamente podía, sustituyendo lo raído y renovando su vestuario, pero aún así, el tiempo pasa para todos. <br /><br />Alicia creció y maduró al igual que el espantapájaros y llegó el momento de la separación. Se casó y abandonó la casa y el campo de sus padres, comenzando una nueva vida en otra ciudad. Poco a poco quedaron atrás los ratos que había pasado junto a todos ellos. Los recuerdos de la infancia y la adolescencia lentamente pasaron a un segundo plano, centrada como estaba en la siempre difícil convivencia con su “nueva” familia. Tuvo tres hijos que llenaron sus huecos, todos sus huecos. Pero la felicidad inicial duró muy poco tiempo. Un marido distante y unos hijos que también crecían e iban necesitando cada vez menos de ella la fueron sumiendo en una existencia gris, sin disgustos especialmente graves pero también sin alegrías lo suficientemente frecuentes como para calificar su biografía de dichosa. <br /><br />Un día de otoño Alicia se despertó sobresaltada. Por primera vez en muchos años había soñado con su pasado lejano, con las tardes dedicadas a hablar con el espantapájaros hacía tanto tiempo. Concretamente soñó que se sentaba a su sombra y le describía, de nuevo, su día a día. Soñó que otra vez sentía esa infinita comprensión nacida del silencio cómplice e hija del afecto supuesto. Del amor, aunque imaginado, sin condiciones. Se despertó llorando de nostalgia y con el dolor en el pecho de saberse traidora a esas sensaciones. Lentamente, como ausente, hizo la maleta y salió de su casa (de esa casa que no había abandonado en los últimos treinta años) rumbo a la estación de tren. No dejó ninguna nota, no llamó a nadie ni pensó siquiera en decirle nada a su marido ausente en varios sentidos. No es que pensara que no advertiría su marcha, ni siquiera que no la sentiría, simplemente le dio exactamente igual lo que dejaba atrás. No quedaba nada allí que echar de menos. No había de qué arrepentirse. <br /><br />Llegó entrada la noche y corrió todo el tiempo desde la parada del ferrocarril hasta el campo que esperaba que aún rodeara la vivienda de sus padres. El frío de la noche, octubre puede llegar a ser gélido, se le fue introduciendo hasta los mismos huesos y una fina llovizna helada se le clavaba en el rostro mientras corría. Negros pensamientos llenaban su mente, los tiempos habían cambiado, ya casi nadie sembraba nada y mucho menos recurrían a muñecos de madera y trapos viejos para “vigilar” los ridículos cultivos que dificultosamente algunas escasas familias se esforzaban en mantener. Hacía años que no cruzaba más que unas pocas palabras casi por compromiso con su madre – su padre había muerto ya – y desde luego no habían incluido en sus conversaciones superficiales nada relativo al espantapájaros. <br /><br />Cuando llegó por fin al campo casi se le quiebra el corazón. El muñeco, su muñeco, no estaba. Lo que había sido un pequeño trozo de tierra fértil, que durante generaciones había mantenido varias familias sin alharacas pero sin hambre, era ahora un páramo casi yerto, lleno de hierbajos sin valor alguno y de tierra yerma y helada. La anciana casa de piedra y madera ya carcomida donde había nacido y crecido Alicia, se veía casi en ruinas: una de las alas (precisamente donde estuvo su dormitorio de niña) se había derrumbado casi por completo y el resto de lo que fue su hogar amenazaba con seguir el mismo camino. La culpabilidad por haber permitido que su madre llegara a esa situación sin ni tan siquiera saberlo ella, se mezcló con el dolor que le atenazaba el alma. Llamó a la puerta, con fuerza, sin preocuparse de la hora ni del dormir siempre leve e intranquilo de su madre. <br /><br />- Has venido por el espantajo, ¿verdad? –dijo la madre al abrir la puerta y ver el rostro desencajado de Alicia.<br />- Madre, ¿cómo estás? Sí, he venido por él – contestó Alicia al comprender que daba igual, que su madre siempre la había conocido mejor que ella misma. ¿Dónde está? ¿Cómo puedes haberlo tirado? – las lágrimas atropellaban las palabras.<br />- No lo he tirado, tonta, está ahí, en el armario del fondo. Con el resto de tus cosas. Lo guardaba por si algún día te decidías a venir por aquí. Diez años es mucho tiempo, desde que murió tu padre no te he visto... <br /><br />Alicia no siguió escuchando, apartó a su madre bruscamente y caminó rápidamente hacia el armario que le había indicado. Lo abrió y allí estaba. Entre montones de trastos, juguetes anacrónicos, libros destrozados, ropa antigua, viejas mantas. Allí estaba. Roto, con la ropa hecha pedazos, sucio, tirado de cualquier manera, entre basura. Alicia lo sacó del armario con dulzura, lo abrazó y empapó la anticuada cara de trapo con sus lágrimas. Le atusó el pelo de paja y trató de componer de nuevo la figura del muñeco. Entonces vio el ojo que aún le quedaba. El botón estaba prácticamente descosido del todo, tan solo un par de hilos lo mantenían en su sitio. El antiguo brillo que tan bien recordaba no estaba allí. Habían sido muchos años de ausencia, muchas tardes al sol, muchas lluvias y muchas heladas. El espantapájaros, ahora descoyuntado por el desprecio, que había conocido Alicia, aquel que recordaba con auténtico amor verdadero, aquel confidente y amante ya no estaba allí. Como no estaba allí la niña que había compartido sus horas con él, sus secretos. La chica que le había confiado sus primeros enamoramientos, el primer beso, el primer sexo incluso. No estaba la joven que había empezado a fumar bajo su sombra, comenzado y terminado el vicio bajo su protección, a pesar de que todavía llevaba encima el veterano mechero de gasolina que siempre había creído un regalo del propio muñeco, tras encontrárselo entre sus pies una tarde de verano. El viejo mechero que ahora encontró de nuevo Alicia. El mechero que encendió y arrojó al fondo del armario, dónde más combustible en forma de papel, madera y tela desechada había. Ardió como la misma gasolina del mechero, como el ánimo muerto de Alicia. Como había ardido de ira al ver lo que quedaba de su amigo y de impotencia y culpabilidad al comprender de quien era la responsabilidad. <br /><br />Alicia se abrazó al espantapájaros y le susurró como le susurraba entonces. Le cantó las mismas nanas que le había cantado a sus hijos. Lloró toda su rabia acumulada en las largas tardes de soledad personal de los últimos años, tantos años. Las llamas fueron creciendo en altura e intensidad y el calor y el humo irrespirable aumentaban de forma inmisericorde mientras ellos dos se empapaban en lágrimas de frustración y miedo. En cuanto Alicia pensó que la fuerza de las llamas era suficiente, saltó dentro del armario, al corazón del infierno donde ya no se separarían más. Rápidamente el fuego prendió en la ropa de los dos amantes derritiendo lo fundible y calcinando el resto. Se oyó un grito, sólo uno y el viento helado paró de repente como si lo hubiera escuchado. Los árboles esqueléticos y desnudos pareció que giraban sus ramas en dirección a la vivienda. Unos levísimos copos de nieve impropios de octubre cayeron tranquilamente sobre las llamas que consumían la casa. Aquel año el invierno comenzó bastante antes de lo habitual. <br /><br /><br /></div>Un ciegohttp://www.blogger.com/profile/12801268453169680531noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1129029641915031120.post-91812728155670167252013-12-16T16:14:00.000+01:002020-11-16T00:39:40.254+01:00Bocados<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://www.flickr.com/photos/31925344@N08/11402898263/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;" title="Foto de inextremiss"><img alt="Foto de inextremiss" src="http://farm4.staticflickr.com/3762/11402898263_4e35eafa45_o.jpg" width="450" /></a></div></div><br /><br />La vida no me da. Trato de deglutir bocados enormes, trozos de existencia que son mucho más grandes de lo que cualquiera (y más yo mismo) pueda tragar. Me falta tiempo, me faltan fuerzas y, además, me obligan de alguna forma a descuidar lo verdaderamente importante, perdido como estoy en lo accesorio, en aquello que fue por gusto y que, en ocasiones, se torna obligación. El gen familiar del no saber cómo decir que no, atenaza mi lengua. Musito síes llenos de intención pero faltos de todo lo demás. Recular no es una opción y el placer deviene en agobio. <br /><br />La cercana Navidad se desliza además, prometiendo rellenar los escasos huecos, desplazando todavía más lo antedicho. La navidad moderna, minúscula, que convierte terrazas de casa en puticlubs baratos llenos de parpadeantes e imbñeciles leds, que se refleja todo el tiempo en atronadores seudovillancicos de centro comercial, que inunda las calles de riadas de ejemplares, ganado ovino, que impiden caminar. Convirtiendo la Gran Vía en Cañada Real, gentes sin la gracia intrínseca del género lanar pero con el mismo olor. Pezuñas a la carrera, transformándose en una especie de San Silvestre adelantada a su fecha, con meta en cortilandia y paradas obligadas en calamares plásticos y puestos de venta pirotécnica. Lo que más molesta es que esa navidad de mierda se haya comido a la otra, que la haya enterrado en adornos de tienda multiprecio (fantástico eufemismo, como la misma navidad, ya me dirás que tienda no lo es), que la haya cubierto de basura. <br /><br />Releo lo escrito y caigo en la cuenta de que a la postre son dos caras de la misma moneda: en un caso elijo lo que absorba mis días, lo que me aparte de lo esencial y en el otro hemos dejado que toda esa porquería sepulte lo que alguna vez, hace tiempo ya, hizo estos días especiales. ¿A qué cubo de basura tiramos la sonrisa de los niños? ¿al amarillo, al de residuos orgánicos? ¿Cuándo nos deshicimos de la inocencia? ¿y mereció la pena? La revestimos de suficiencia, de consumismo y nos jactamos con prepotencia de modernos, de qué con nosotros no va, de que la Navidad es rancia y nosotros, a nuestra manera, como Sinatras hinchables. Pero en ambos casos, el resultado es el mismo. Hartazgo y desazón. <br /><br />Sé que todo esto puede resultar cínico. Sé que suena pesimista y deprimente. No me hagáis (como siempre) demasiado caso. Es lo de todos los años, ya me lo habéis leído antes. En el fondo, la única pretensión de este ciego es tener algo que releer cuándo se le olvide lo trascendente, algo que le recuerde de alguna manera por dónde debe seguir su camino. Una especie de bastón blanco, que le sirva de apoyo y le ayude a esquivar obstáculos. Y tal vez, un bastón que sea un arma con la que golpear a tanto idiota con diadema de cuerno de reno y purpurina como se cruza en estos aciagos días. Ya sé que como pretensión, como deseo navideño incluso, se queda bastante cojo. Pero es que uno, tiene ya bastantes taras como para desear más. Dejadme, dejadme solo desear. Sin más. <br /><br />Felices Fiestas. <br /><br /><br /></div>Un ciegohttp://www.blogger.com/profile/12801268453169680531noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-1129029641915031120.post-80987130105790925232013-09-10T16:19:00.000+02:002020-11-17T03:08:12.155+01:00Espera el invierno<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://www.flickr.com/photos/31925344@N08/9718566650/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;" title="Foto de Lilya Corneli"><img alt="Foto de Lilya Corneli" height="372" src="http://farm6.staticflickr.com/5494/9718566650_0b35967d3c_o.jpg" width="495" /></a></div><br /> Anochece cada vez antes y amanece cada vez más tarde. Acaba el verano y con su final, vuelve lentamente la rutina habitual de estas fechas. Tan cansina como necesaria; tan imprescindible como pesada. Apetece, no obstante, menos sol y más frío, al menos a mí. Sobre todo ahora que ya se me han quitado las ganas de estrangular con mis propias manos al que dijo que este año no habría verano. Pero solo esas, aún me quedan ganas de estrangular a mucha más gente… <br /><br />Bajan poco a poco las temperaturas, desaparece la asfixia de semanas pasadas. Cierran las piscinas y se produce ese fenómeno de todos los años que mezcla en la calle chicas en tirantes y señoras con abrigo. O viceversa. Entretiempo lo llama alguna abuela. Un concepto peculiar como la lana de verano. El oxímoron hecho moda. Con ganchillo además. Socorristas en paro ya no tienen niños con los que hablar ni niñas a las que dejar que les doren la píldora. El gallo del gallinero se aburre. Que mire al agua, que es su trabajo. Las madres que le confiaban sus cuitas (la transición portero-conserje ha hecho más daño del que pensamos) no tienen ya más remedio que volver a hablar con sus maridos. Es o eso o ver Hay Una Cosa Que Te Quiero Decir. No hay color, por supuesto.<br /><br />En breve esas calles que han estado unos meses sufriendo sol, se alfombrarán de otoño y antes de que nos demos cuenta será navidad en El Corte Inglés. La de verdad vendrá después. Pero será otro tiempo, otro momento. Entre tanto, twitter seguirá ardiendo como cada semana con la imbecilidad del momento. La combinación greguería-trending topic tratará de mantener el equilibrio. La prensa digital seguirá haciéndonos añorar a los nostálgicos cuando se podía leer un periódico (de papel, claro) sin vomitar sobre la Nueva Ortografía de la R.A.E. Otros tiempos, no sé si mejores. Mientras digo esto, hay modernos que continuarán maldiciendo a la televisión a la vez que miran nuevas series de HBO compulsivamente en sus tablets de marca, apartándose el puto flequillo para no perderse nada. Spotify nos convencerá de que la radio ha muerto mientras nos tortura con engendros en modo aleatorio que demuestran que en cuestión de radiofórmula todo cambia para seguir igual. <br /><br />Los días se irán haciendo más cortos y con ellos nos haremos distintos, también ma´s cortos, menos ingenuos. Luchamos por evitarlo, los menos, pero cada hora mueren más niños y nacen más señores maduros. Prematuros adultos grises que hacen bandera de su mediocridad mientras pisotean cualquier brote que encuentran a su paso. Adustos, desprecian cualquier cosa que conlleve un cierto riesgo, que aleje de la monotonía vital. Por suerte, ellos también son otoño. Y también los espera el invierno. <br /><br /></div>Un ciegohttp://www.blogger.com/profile/12801268453169680531noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1129029641915031120.post-60425090160264452832013-08-26T14:54:00.000+02:002020-11-16T00:39:40.383+01:00Kumiko<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://www.flickr.com/photos/31925344@N08/9596648475/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;" title="Foto de Ao Gunji"><img alt="Foto de Ao Gunji" height="480" src="http://farm4.staticflickr.com/3749/9596648475_ec7b8b88fd_o.jpg" width="480" /></a></div><br />Kumiko es violeta, no podía ser de otro modo. Si <a href="http://apeteciendotransparencia.blogspot.com.es/2010/09/veronica.html">Verónica </a>era verde, <a href="http://cosmopolitacaustico.blogspot.com/search/label/Rubella?max-results=500">Rubella </a>roja y <a href="http://apeteciendotransparencia.blogspot.com/search?q=TR%C3%8DPTICO+DE+CHRISTINE">Christine </a>blanca, Kumiko solo puede ser violeta. En realidad, debería ser amarilla o anaranjada porque es una sonrisa que ilumina y la luz, todo el mundo lo sabe, no suele ser violeta. <br /><br />Kumiko siempre está rodeada de amigos, no sabe tener enemigos. Es demasiado dulce, ni entiende la traición, ni se la permite. Ni conoce la mala intención, ni quiere hacerlo. Es dulce sin empalagos, es la Bondad. Hasta decir basta. Algo que jamás sucede. <br /><br />Kumiko da todo a todo el mundo, siempre, no se guarda nada. No existe Mío en su vocabulario. En ocasiones ni siquiera Nuestro. Inagotable, ni sabe ni quiere enfadarse. Cuando lo hace (rarísimo) ni tan siquiera lo parece. Pasa la nube y la luz, eterna, vuelve enseguida. Es constantemente verano.<br /><br />Kumiko es la extroversión tímida, la risa franca, la oreja en la que todo el mundo confía, el hombro en el que todo el mundo se apoya. Siempre firme, tampoco conoce el No. Ni siquiera el Después. Es un problema, claro, pero no le importa. Es el corazón.<br /><br />Kumiko es la japonesa de ojos redondos, abiertos como nada más puede estarlo, contemplando el mundo con la misma sorpresa e ilusión, por más tiempo que pase. Disfrutándolo como solo la pureza de corazón es capaz de hacerlo. Ella es pura, debería ser blanca aún siendo violeta. <br /><br />Kumiko es un 131 supermirafiori de color cobre metalizado. Es la última deuda pactada. Es el recuerdo que siempre tengo. Es la primera llamada de teléfono. Es la que siempre está. Es una feria del libro. Una enciclopedia siempre dispuesta. Es un concierto. Es muleta, soporte, viga. Es piedra angular de cualquier arquitectura. Es la mano abierta. Lo más importante: Kumiko ES y ojalá siga siendo siempre. No se entiende la vida sin ella. No lo sería. <br /><br /><br /><div style="text-align: center;"><iframe align="top" allowfullscreen="" frameborder="0" hspace="0" marginheight="0" scrolling="no" src="http://www.goear.com/embed/sound/e199138" vspace="0" width="480"></iframe></div></div>Un ciegohttp://www.blogger.com/profile/12801268453169680531noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1129029641915031120.post-78476591647744508302013-08-23T14:59:00.000+02:002020-11-16T00:39:40.448+01:00Cálculos<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://www.flickr.com/photos/31925344@N08/9576605968/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;" title="Foto de Dominique Lefort"><img alt="" src="http://farm4.staticflickr.com/3819/9576605968_d87de99c79_o.jpg" width="380" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div>Fíjate en el agua, como se desliza, caliente pero no demasiado. Ahora tienes tiempo. Calcula cuanto tarda en caer una gota, dos, mil. Calcula cuanto tiempo pasa hasta que todo el líquido resbala por tu cuerpo desnudo y se pierde por el sumidero. Deduce cuánto has de abrir el grifo. Anota el resultado.<br /><br />Más tarde, en unas horas, días, semanas, cuando oigas la llave girar en la cerradura, corre, enciérrate en el baño. Recupera los datos que habías apuntado. Con un poco de suerte, cuando ya no quede agua que escurrir, él se habrá ido. <br /><br /><br /></div>Un ciegohttp://www.blogger.com/profile/12801268453169680531noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1129029641915031120.post-9000650529731040232013-08-22T12:42:00.000+02:002020-11-16T00:39:40.519+01:00De nuevo<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://www.flickr.com/photos/31925344@N08/9576606838/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;" title="Foto de Chema Madoz"><img alt="Foto de Chema Madoz" src="http://farm8.staticflickr.com/7441/9576606838_5d75f17cde_o.jpg" height="322" width="400" /></a></div><br /><br />Obedezco, pues, las patadas de mi bestia y salgo al encuentro. De nuevo. Con el miedo habitual. Con el pudor conocido. Un ciego que, otra vez, enseñará las cuencas vacías de sus ojos, para quien le gusten, para quien sienta asco o lástima, para quien quiera besarlas, llenarlas de lágrimas o apretarlas, a ver si sangran. Un ciego que, siempre es distinto, ya no es el que escribió <a href="http://www.apeteciendotransparencia.blogspot.com.es/2012/01/bodas-de-plata.html" target="_blank">Bodas de Plata</a>, <a href="http://www.apeteciendotransparencia.blogspot.com.es/2010/09/veronica.html" target="_blank">Verónica </a>o <a href="http://www.apeteciendotransparencia.blogspot.com.es/2010/10/ana-la-friolera.html" target="_blank">Ana la Friolera</a>. O que si lo es, pero que además es otro ciego. Distinto, nunca mejor ni peor. Eso espero. Uno que conoce, ahora sí, el fuego.<br /><br />Sed bienvenidos. De nuevo. <br /><br /><br /><br /></div>Un ciegohttp://www.blogger.com/profile/12801268453169680531noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1129029641915031120.post-40799646787818461832013-08-08T23:21:00.000+02:002020-11-16T00:39:40.587+01:00Renacer<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://www.flickr.com/photos/31925344@N08/9466010029/" title="Foto extraída de valdelomar.com"><img alt="" src="http://farm6.staticflickr.com/5542/9466010029_5eccbe38ea_o.jpg" height="326" title="Foto extraída de valdelomar.com" width="460" /></a></div><br /><div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"></div><br />obedezco<br />obedezco<br />obedezco<br />obedezco<br /> de la cabeza a los pies<br />las patadas de mi bestia<br />pero cuando subo la cuesta de las lágrimas<br /> y remonto los siete suelos de mi tierra<br /> un vuelo de castañuelas<br /> en mi sangre se levanta<br /> y cambian de dirección<br /> mis querencias.<br />Sobre la curva del suelo<br />y bajo elfirmamento<br />siento que me atrae<br />todo el Universo.<br /><br /><b>Meca-mística (Tientos de erótica celeste, José Val Del Omar) </b><br /><br /><br /><br />En cada instante existe un fluido de apetencias colectivas<br />y quien quiere sembrar, influir, aproximar<br />ha de coger esa particular onda de fluencia<br />que se renueva, fluye, en cada momento y lugar.<br />Hay que ser táctico tactil, salir al encuentro.<br /><br /><br /><b>Extracto de Ondas de fluencia (Tientos de erótica celeste, José Val Del Omar)</b><br /><b><br /></b><b><br /></b><br /><br /></div></div>Un ciegohttp://www.blogger.com/profile/12801268453169680531noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-1129029641915031120.post-65765568402686179022012-01-29T09:00:00.000+01:002020-11-16T00:39:40.662+01:00Bodas de plata<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://www.flickr.com/photos/31925344@N08/5384226369/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;" title="Foto de Viktor Pushkin"><img alt="" src="http://farm6.static.flickr.com/5211/5384226369_619b130472.jpg" height="319" title="Foto de Viktor Pushkin" width="480" /></a></div><br /><br />Han pasado casi veinticinco años desde que nos conocimos. ¿Te acuerdas? Lo nuestro fue, sin duda, amor a primera vista. Vernos, conocernos, paladearnos… sin pausa. Sí, ya sé que lo que he dicho del “amor a primera vista” es una cursilada. Ya sé que es algo que solo funciona en las películas y ni eso la mayor parte de las veces. Pero, si ha habido una sola ocasión en la que haya estado seguro de que esa clase de amor existía, fue cuando nos conocimos. Sé, también, que tú piensas lo mismo. Sé que para ti, también fue algo repentino, imprevisto y sorprendente. Después, mucho después, hablándolo me explicaste que antes nunca habías sentido algo así, tan súbito y tan fuerte.<br /><br />Hace casi veinticinco años me enamoré de ti. Perdidamente, como ha de ser el amor para que tenga sentido. No me importó nada, ni los que me aconsejaban que no me convenías, ni los que se hicieron a un lado por causa de nuestro amor. Hace casi veinticinco años estuve, ya entonces, casi seguro de que lo nuestro era para siempre. Nada nos separaría, tal vez la muerte, pero ni siquiera eso es seguro. Y sin embargo…<br /><br />Lo hemos compartido todo. Lo que era tuyo, mío y lo mío tuyo. Durante mucho tiempo. No como esas parejas modernas que mantienen cada uno celosamente lo propio. Esas que tienen gastos separados, ingresos separados, a veces hasta camas separadas. Tú yo no, no somos de esos, somos clásicos, de los de siempre, de los de “una sola carne” y todas esas cosas. Y durante casi veinticinco años, has sido lo primero que he visto cada mañana, el primer beso… y lo último antes de dormirme, casi siempre, el último beso. Veinticinco años, casi una vida entera. Y sin embargo…<br /><br />Sin embargo nos hemos separado. Sin llegar siquiera a celebrar nuestras bodas de plata, por poco, por unos meses solo. Sí, es cierto que últimamente ya no era lo mismo que antaño. Es verdad que nos hemos ido distanciando. Pero los dos sabemos que no es la primera vez que eso ha pasado. Hemos tenido momentos mejores y peores, pero siempre hemos vuelto el uno al otro. Hemos tenido épocas de no hablarnos casi, de no buscarnos, de no querer siquiera rozarnos. Pero siempre las hemos sabido superar juntos. Ahora ya no. <br /><br />Ahora ya es tarde. Ya no hay vuelta atrás. Sí, es verdad, todavía te añoro, casi cada día. Todavía me acuerdo de ti al levantarme cada mañana y al acostarme cada noche. Intento llenar el día de otras cosas para no recordarte pero… quizá no sea justo. Quizá. Te echo de menos. Mucho. Más de lo que pensaba. Pero claro, son veinticinco años. Una vida.<br /><br />Ahora ya es tarde, ya solo me queda agradecerte todo este tiempo. Agradecerte que durante todos estos años has sido siempre fiel, siempre has estado a mi lado, siempre que te he necesitado, siempre siempre. En los malos momentos, un apoyo, en los buenos, celebrándolos juntos. Inseparablemente unidos, has sido incluso medida de tiempo para mí. Muchísimas veces. Tú nunca me has dejado de lado. <br /><br />Y ya ves, ahora, no quiero verte más. Resulta que me he hartado de ti y sinceramente espero no volver a verte nunca. Me gustaría levantarme un día y no recordarte, no añorarte nunca más. Me encantaría poder decir que no voy a volver jamás contigo. Todavía no puedo hacerlo, aún no me atrevo a gritar ese jamás. Me da miedo equivocarme y traicionarme. Pero, no estoy siendo justo, ni contigo ni conmigo. No quiero que lo último que obtengas de mí sea odio ni hartazgo, de mi que tanto he de agradecerte. Por todos los ratos buenos, que han sido muchos, por todo lo que me has dado, cada día en estos veinticinco años. Y quiero que sepas que no te guardo rencor, no cabe en mí ese sentimiento tras todo lo compartido. Han sido tantos días juntos… Por todos ellos, sólo me queda ya darte las gracias. Ahora, que se cumple un año desde la última vez que nos vimos. Precisamente ahora. Siempre, Gracias Tabaco.<br /><br /><br /><br /><object height="132" width="353"><embed src="http://www.goear.com/files/external.swf?file=7a9daf4" type="application/x-shockwave-flash" wmode="transparent" quality="high" width="353" height="132"></embed></object><br /><br /></div>Un ciegohttp://www.blogger.com/profile/12801268453169680531noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-1129029641915031120.post-46632646086741215982010-10-14T09:33:00.000+02:002020-11-16T00:39:40.728+01:00Ana la friolera<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://www.flickr.com/photos/31925344@N08/5077938675/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;" title="Foto de Alexander Kharlamov"><img alt="" src="http://farm5.static.flickr.com/4064/5077938675_f66d9565bb_b.jpg" title="Foto de Alexander Kharlamov" width="400" /></a></div><br /><br />Conocí a Ana una tarde de invierno cerrado, enero creo. Hacía frío y ella se arrebujaba en su abrigo, apenas los ojos visibles bajo capas de ropa. No le presté ninguna atención, para que negarlo. Fue después, en verano, casi tres años más tarde, fue después, sí. Bastante después, cuando lo hice.<br /><br />Ana, friolera desde el primer instante, nunca pudo ni intentó negarlo. Friolera de manta de lana de cuadros rojos, lana de cuadros azules, lana sin cuadros. Lana de Ana casi a todas horas, doble edredón si refresca, veinte grados en la calle. Abrigo o jersey casi siempre, epidermis ardiendo a todas horas. Ana, como friolera no entiende que ese calor sea suficiente, ese calor suave, mullido, dulce, siempre es bastante, cuando te roza al lado y cuando se recuerda más tarde. Ni el mejor plumón, ni el más cálido tejido, ni la más invernal de las telas, dan más calor que la piel desnuda. Y más aún la piel friolera.<br /><br />Nunca viví en ciudad costera, aunque me acerqué a Norteña, tantas veces. Sentí el calor en el Cantábrico, donde el mar es mar y el frío nunca es tanto. Donde la lluvia no resta belleza (al contrario, la potencia) y el cobertor necesario. Y allí se desveló la aterida como el mejor de los calefactores, el más potente de los soles. Allí se reveló, sí, aunque ya fuera su calor conocido. <br /><br />Y sé que sin ella siempre sería invierno y aunque uno es caluroso y lo pasa fatal entre abril y noviembre (al menos cuando abril era abril y noviembre noviembre), sucumbiría congelado al primer frío, a la primera escarcha y a la soledad yerma y helada de una tundra interior como la que acontecería, sin mantas de cuadros ni edredones bajo los que cobijarse y sin su piel, sobre todo sin su piel.<br /><br /><br /><object height="132" width="353"><embed src="http://www.goear.com/files/external.swf?file=5ea2700" type="application/x-shockwave-flash" wmode="transparent" quality="high" width="353" height="132"></embed></object><br /><br /></div>Un ciegohttp://www.blogger.com/profile/12801268453169680531noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-1129029641915031120.post-8574764471962662082010-09-22T16:28:00.000+02:002020-11-16T00:39:40.795+01:00Verónica<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://www.flickr.com/photos/31925344@N08/5011256616/" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;" title="Foto de Fernanda Veron"><img alt="" src="http://farm5.static.flickr.com/4111/5011256616_d5098c392b.jpg" title="Foto de Fernanda Veron" width="480" /></a></div><br />Verónica es verde, como <a href="http://apeteciendotransparencia.blogspot.com/search?q=TR%C3%8DPTICO+DE+CHRISTINE">Christine</a> es blanca o <a href="http://cosmopolitacaustico.blogspot.com/search/label/Rubella?max-results=500">Rubella</a> roja. Verónica es verde siempre pero es más verde cuando el sol la pone morena. Entonces es verde de verdad, verdadero verde. Su color es lo de menos, claro, siempre es lo de menos. Lo de más es que tiene la cualidad de estar ahí aún cuando no está: sabes que si es necesario puedes contar con ella siempre.<br /><br />Verónica es un dragón pintado, es un concierto en Leganés, una charla matutina en sillas de madera pintada de verde. Es una gabardina larga, negra. Pelo larguísimo, también negro y siempre más rizado de lo deseado. Es Mazagón contado muchas veces y escuchado la mayoría, baloncesto aficionado contra tabla, es Gabriel y Galán, castúo discutido, consulta, estudio y ocio. Verónica significa muchas cosas, significa pan con chocolate en el Rastro madrileño, significa mil conversaciones con cerveza y otras mil sin ella. Verónica fue la primera en ver a mis hijos cuando eran todavía grises. Fue la primera en saber que su madre sería su madre. La primera en mirarme por dentro o la primera en verme, que viene a ser lo mismo.<br /><br />Verónica no es leyenda urbana, existe, claro que sí, aunque viva lejos. Existe y es, aunque no siempre porte la victoria. Hoy Verónica pasa un mal rato. Hoy la vida no es como ella querría que fuera. Hoy sabe o debería saber que sin estar allí, allí estoy.<br /><br /><br /><br /><object height="132" width="353"><embed src="http://www.goear.com/files/external.swf?file=7ce7d15" type="application/x-shockwave-flash" wmode="transparent" quality="high" width="353" height="132"></embed></object><br /><br /><object height="132" width="353"><embed src="http://www.goear.com/files/external.swf?file=d415066" type="application/x-shockwave-flash" wmode="transparent" quality="high" width="353" height="132"></embed></object><br /><br /></div>Un ciegohttp://www.blogger.com/profile/12801268453169680531noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-1129029641915031120.post-73275782089213983482010-07-21T12:52:00.000+02:002020-11-16T00:39:40.861+01:00Blogs mundi<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://2.bp.blogspot.com/_Rgc1rVON-mM/TEbPddessjI/AAAAAAAAAxg/JuZhZ_Jvelg/s1600/blogger-o-wordpress.png" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="http://2.bp.blogspot.com/_Rgc1rVON-mM/TEbPddessjI/AAAAAAAAAxg/JuZhZ_Jvelg/s400/blogger-o-wordpress.png" height="227" hw="true" width="400" /></a></div><br />Veintitrés de octubre de 2004. En esa fecha tan concreta Avatar colgó en <i>internés </i>el primer relato que escribió. “<a href="http://cosmopolitacaustico.blogspot.com/2006/02/s.html">S</a>” se llamaba. Después, ese relato junto con los demás de la época, terminó en un <i>blog </i>(<a href="http://cosmopolitacaustico.blogspot.com/">Cosmopolita Cáustico</a>), aproximadamente año y medio más tarde. Fue el resultado del descubrimiento de un mundo en sí mismo, lleno como solo la red de redes puede llenarse de todos tipo de seres, algunos humanos y otros no tanto: la (llamada) <i>blogosfera</i>. Dicen los expertos que los <i>blogs </i>tienen más o menos fecha de caducidad, que pocos aguantan más de cuatro años. ¿Por qué? Pues ni idea, pero la “experiencia” como lector de <i>blogs </i>parece que corrobora la teoría.<br /><br />En octubre de nuevo, pero de 2008, el Cosmopolita dio paso al ciego que ahora lees, el que estaba (y está) harto de antifaces y le Apetecía Transparencia. La razón del hecho fueron los comentarios de dos damiselas, la primera dijo poco más o menos: “no, no, no, tiene que ser un blog nuevo” y la segunda: “tú es que no tienes estilo propio”. Estando de acuerdo con ambas, murió aquel y nació éste. Nació un personaje que estaba dispuesto a tener “estilo”, es decir, a dejar de dar vaivenes, a abandonar el “ahora escribo con frases cortas y ahora con largas perífrasis”, etc.<br /><br />Y en esas estábamos, renqueando (no me negarán que veinticinco <i>posts </i>escasos en un año es renquear y más si un porcentaje significativo de ellos son de los de tirar a la basura directamente) hasta que llegó 2010. Y llegó con pocas ideas, con poco tiempo y con menos ganas. Llegó con el convencimiento íntimo de que estaba empezando a ser muchísimo más divertido leer que escribir (más o menos como antes de empezar). Y habrá quien piense que las razones del “bajón creativo” (otra antológica expresión de otra dama, que otra cosa no pero <i>personas humanas </i>que opinan a mi alrededor lapidariamente me sobran) es una cuestión de número de comentarios o de visitas. Pues no, oigan. Hace años que tengo claro que para mí eso es lo de menos. Ya hace tiempo también que “descubrí” que hay dos razones fundamentales para que un <i>blog </i>tenga visitas y comentarios. La primera depende de lo activo que sea el autor comentando otros <i>blogs</i>, es decir, si comentas mucho te comentan mucho, independientemente de la calidad de dicho intercambio. Como nunca he sido demasiado amigo de la lisonja gratuita, pues al pairo con esa política. La segunda razón, relacionada con las visitas, tiene que ver con el lenguaje que utilices (por encima incluso de la temática): llena tu <i>blog </i>de culos, tetas, coños y pollas y tendrás visitas a tutiplén. De hecho, en mi caso concreto, un texto llamado “<a href="http://cosmopolitacaustico.blogspot.com/2006/02/culos.html">Culos</a>” que apareció por el Cosmopolita allá por febrero de ¡2006!, lleno de tipos de pandero y de palabras relacionadas tiene casi tres veces más visitas diarias que el resto de lo escrito, todo junto. La culpa es de la <i>salidez </i>proverbial del navegante medio y de <i>google</i>, no podía ser de otro modo.<br /><br />En esas estamos, en esas y en no publicar nada desde febrero (lo de marzo no cuenta demasiado). En esas estamos y tengo claro que aquí viene un punto. Todavía no sé si seguido, aparte o final. Es decir, no sé si a partir de ahora empezaré a publicar <i>post </i>de forma más o menos constante en el tiempo, si el <i>blog </i>cerrará y nacerá otro nuevo o si directamente esto es el final de Avatar como hacedor de bitácoras. En el primer caso nos veremos pronto, en el segundo ya les invitaré a ustedes a mi nueva morada y en el tercer supuesto, ha sido un placer compartir todos estos meses con ustedes. Estos seis años, día arriba o abajo. Así que igual lo de la caducidad…<br /><br /></div>Un ciegohttp://www.blogger.com/profile/12801268453169680531noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-1129029641915031120.post-90178379030280961652010-03-31T14:43:00.000+02:002020-11-16T00:39:40.927+01:00Padre<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://farm5.static.flickr.com/4064/4475671469_cda4cbe54f_b.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;" title="El Vicente Calderón, según Avatar"><img alt="" border="0" src="http://farm5.static.flickr.com/4064/4475671469_cda4cbe54f_b.jpg" height="320" nt="true" title="El Vicente Calderón, según Avatar" width="400" /></a></div><br />Ayer pensaba que mi padre nunca había olido a cuero ni a tabaco, como me harté en su momento de leer que debían de oler los padres. Nunca fumó (salvo algún devaneo con una pipa, que eso ni es fumar ni es nada) y si vistió ropa de cuero, esta estaba lo bastante tratada como para no desprender ningún olor especial, que yo recuerde. Ayer pensé que mi padre cuando me llevaba al fútbol, cuando me hizo del atleti, cuando consiguió que me enamoraran esas rayas rojas y blancas, ese olor a puro y pipas, ese ambiente indescriptible e inenarrable para mí (si no lo has vivido, no puedes saber como es, no hay palabras), cuando logró que cada patada al balón aquel la sintiera en el fondo del alma, no hizo sino apuntarme a una secta ridícula, que me robaba tiempo los domingos para vivir muchas más tristezas que alegrías. Ayer recordé aquella final de Lyon (el Dinamo de Kiev nos pasó literalmente por encima), aquella bandera colgada en mi terraza y rápidamente retirada en el descanso. Recordé la remontada al Betis con Arteche en plan estrella, partidazos pre-Gil y alguno post-Gil, el 1-4 en el Bernabéu con Menotti en el banquillo, las copas, las ligas (sí, alguna recuerdo). Futre, Dirceu, Alemao, Schuster, Votava, Baltazar, el innombrable H. Sanchez, Pantic, Vieri, Hasselbaink… y también Julio Prieto, Landáburu, Marina, Pedraza, Cabrera, Quique Ramos, Julio Alberto, Ayala, Heredia, Capón, Leal, Rubio, Tomás, Superlópez, Arteche, Solozábal, Kiko, Caminero, Manolo… Recordé muchos de los que tú nombrabas y yo nunca vi, Reina, Calleja, Panadero Díaz, Silva, Ben Barek, Mendoça, Collar, Gárate, Luis, Irureta, etc, etc. <br /><br />Ayer pensaba también –no solo de fútbol vive el hombre, aunque sea colchonero- en aquellas partidas de ajedrez, en aquellos interminables (y dichosos) ensayos del jaque pastor, en la India de Rey, en el ficha tocada, ficha movida. Pensaba en las largas conversaciones sobre cualquier tema, monólogos muchas veces, tú casi no hablas. En libros recomendados, en “levántate que no llegas”, en… tantos días a días. Pensaba en tu mundo interior, tan rico como inaccesible, en tu paciencia, en tu aguante, en tu bondad infinita, que tantos confunden hoy todavía. Recordé tu pasado “ninja” y las peleas de broma, los “luchacos” de palo de escoba y de hierro recubierto de goma negra y dura, el fuerte de cartón piedra y el Exin castillos que nunca tuve porque era una porquería. Recordé las herramientas que me encontraba “perdidas” cuando me llevabas contigo al trabajo, las horas de espera en cualquier sitio porque a ti no te gustaba (ni te gusta, claro, y bien que nos lo has enseñado a todos) llegar tarde.<br /><br />Hoy quise (y quiso) recuperar algún momento de aquellos y te propuse volver al Calderón, antes de que lo tiren. Volver a ver al Kun o a Forlán, a Reyes o a Tiago si se dejan. A De Gea y a toda la morralla que los acompaña (casi todo lo demás). Volver a pasar frío, a oler a humo de puro barato, volver a escuchar insultos y cánticos, ora divertidos, ora exasperantes. Volver a vibrar y ver a los de alrededor hacerlo. Volver a oírte mascullar y gritar por dentro. Volver a ese brillo… y quise y quiso que fuera a ser con otra generación atlética, de las más nuevas, de las que nunca han visto nada del primer párrafo, aunque algunos le suenan porque he intentado, e intento cada día, que lo que tu hiciste conmigo llegue a lo que ha venido detrás, en un majadero afán de que toda aquella alegría que yo sentía por tu culpa (todo ese orgullo de ser de este equipo hoy tan denostado, orgullo absurdo pero sano) no se quede ahí, en un párrafo, en un recuerdo que más pronto o más tarde será vago. Es torpe empeño porque, obviamente, ni te llego ni te llegaré nunca a la suela del zapato.<br /><br />Mañana querré repetirlo más veces, antes de que sea tarde, antes de que solo me (nos) quede la nostalgia, antes de que ya no sirva de nada. Y me gustaría tener palabras, tener voz suficiente para que en algún momento pudiera hacerte comprender lo que significa, ha significado y espero significará para mí todo lo que has sido y eres. Ni que decir tiene que aunque aquí me refiera al atleti, al ajedrez, a juguetes y libros, a visitas y costumbres, todo ello es lo de menos. Lo de más es imposible para mí de convertir en letra, aunque lo de más sea sangre y fuego por dentro. Me gustaría ser lo bastante hábil como para ponerlo por escrito porque los dos sabemos que nunca te lo podré decir a la cara, me falta valentía y me sobra torpeza. Me gustaría que lo supieras, que lo tuvieras presente y que, incluso, algún día futuro, alguien pudiera glosar, acordándose de mí, un diez por ciento de lo que tendría que ser capaz de de decir de ti. Y no sé hacerlo, no sé decirlo, no sé escribirlo, y peor, no sé hacerlo sentir, que al final es lo que duele, es la incapacidad más hiriente. Eso no me lo quisiste enseñar o no te hice caso. <br /><br /></div>Un ciegohttp://www.blogger.com/profile/12801268453169680531noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-1129029641915031120.post-58692496791520639132010-02-22T12:42:00.000+01:002020-11-16T00:39:40.993+01:00El cinismo y la amargura<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://farm5.static.flickr.com/4019/4348346687_3a3fea4882_o.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;" title="Foto de Avatar"><img alt="" border="0" ct="true" src="http://farm5.static.flickr.com/4019/4348346687_3a3fea4882_o.jpg" height="400" title="Foto de Avatar" width="280" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div>- Según los telediarios, está siendo el febrero más lluvioso de los últimos veinticinco años, hemos tenido el enero más frío de los últimos quince y el invierno con más nieve desde que se tiene noticia. Esto querrá decir algo, ¿no?<br />- ¿Que el cambio climático pronosticado para dentro de entre setenta y cinco y cien años se ha adelantado otros tantos?<br />- No. Que los que redactan las noticias o son gilipollas o nos toman por tales o ambas cosas.<br /><br />Llevaba mucho tiempo sin ver a <a href="http://apeteciendotransparencia.blogspot.com/2009/01/creer-para-ver.html">Mariano</a>. Ya no juego y aunque echaba de menos las <a href="http://apeteciendotransparencia.blogspot.com/2009/03/la-jaula-del-tiempo.html">conversaciones </a>con él, la mezcla de falta de tiempo y pereza me habían impedido acercarme a visitarle a su “chiringuito” de vendedor de cupones. Le noto avejentado, como cansado, desconozco si su cinismo extremo le está empezando a hacer mella o si es la combinación de otras circunstancias. Al fin y al cabo, Mariano, sin ser estrictamente “mayor”, es al menos un par de infartos más viejo que yo. Imagino que al final todo se termina pagando de una forma u otra.<br /><br />Enciende un cigarro tras otro y es capaz de mantener la conversación a buen ritmo sin que la rutina de encender, chupar, saborear y exhalar humo le haga perder ni un segundo. Escupe ideas, aparentemente sin ilación, que terminan formando sin dificultad parte de un todo, tan ordenado como amargo. Debería relajarse un poco pero ni sabe, ni puede, ni quiere.<br /><br />- ¿Qué me dices de esas imágenes no profesionales que lo llenan todo? Ves televisión y el porcentaje de vídeos particulares sacados de youtube (o directamente enviados al medio en cuestión) y fotografías de móvil llenan cada vez más espacio. Parece que no hay un acontecimiento (importante o no) que no disponga de varios “reporteros” de todo a cien convenientemente distribuidos cara a “cubrir” la noticia. No hay caída callejera, reparto de hostias, accidente o anécdota que se escape a la indiscreción del mega píxel de turno. <br />- Es cierto. Da un poco de grima y me imagino que los de verdad se quejarán del intrusismo…<br />- No es un problema de eso, creo yo –casi grita. Es una moda más. Espero que pasajera pero no lo creo. El problema es que mientras uno de esos idiotas se entretiene en dejar constancia del accidente, éste no se remedia. No tiene ningún sentido fotografiar o filmar un golpe evitado, queda mucho mejor si se produce, cuanto más fuerte mejor, más interesante. Joder, Avatar, hemos pasado de ayudar a los demás, a limitarnos a desentendernos en primer lugar y finalmente, en los últimos tiempos, a no solo no echar una mano, sino que usamos esta para inmortalizar lo sucedido.<br />- Le das demasiada importancia a las cosas, siempre lo has hecho pero de un tiempo a esta parte todo te enerva hasta el absurdo.<br />- Que no, que no, que no. Que faltan caballeros y sobran fotógrafos.<br /><br />Nos despedimos hasta la próxima y, como de costumbre, la charla me deja un regusto desagradable. Mariano es como es, siempre, eso es bueno. Aun con todo, tiene que ser complicado sobrevivir con ese grado de cinismo, con esa pátina de amargura que lo impregna todo. Su vida no ha sido fácil, ninguna lo es si es vida, pero esa tendencia intelectual a la indignación hace que el día a día, el suyo, sea poco soportable. Él de momento lo lleva con estoica resistencia. Mientras le dure no me quedará más remedio que seguir viéndole –no le voy a convencer, no me va a convencer- y dejándole explayarse, que siempre se aprende algo.<br /><br /></div>Un ciegohttp://www.blogger.com/profile/12801268453169680531noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-1129029641915031120.post-32248944364312291782010-02-17T12:31:00.000+01:002020-11-16T00:39:41.063+01:00"Da bienes fortuna que no están escritos"<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://farm5.static.flickr.com/4060/4364392955_97d4a19086_o.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;" title="Foto de Geza Simo"><img alt="" border="0" ct="true" src="http://farm5.static.flickr.com/4060/4364392955_97d4a19086_o.jpg" title="Foto de Geza Simo" width="480" /></a></div><br />Dead Can Dance "versioneando" a Góngora. Los pájaros disparando a las escopetas.<br /><br /><span style="color: #bd934f;">Fortune Presents Gifts Not According To The Books <br />Fortune Presents Gifts Not According To The Books <br /><br />When you expect whistles, it's flutes <br />when you expect flutes, it's whistles. <br />What various paths are followed in distributing honors and possessions <br />she gives awards to some and penitents cloaks to others. <br />When you expect whistles, it's flutes <br />when you expect flutes, it's whistles <br />Sometimes she robs the chief goatherd af his cottage and goatpen <br />and to whomever she fancies the lamest goat is born to kids <br /><br />When you expect whistles, it's flutes <br />when you expect flutes, it's whistles. <br /><br />Because in a village a poor lad has stolen one egg. <br />he swings in the sun <br />While another gets away with a thousand crimes <br /><br />When you expect whistles, it's flutes <br />when you expect flutes, it's whistles. </span><br /><br />Y es que es cierto. El azar (o Dios, o...) concede lo inesperado, casi siempre. <br /><br /><object height="132" width="353"><embed src="http://www.goear.com/files/external.swf?file=3ef6ac0" type="application/x-shockwave-flash" wmode="transparent" quality="high" width="353" height="132"></embed></object><br /><br /></div>Un ciegohttp://www.blogger.com/profile/12801268453169680531noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-1129029641915031120.post-67935282620289579282010-02-12T09:02:00.000+01:002020-11-16T00:39:41.128+01:00Cerdos<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://farm3.static.flickr.com/2731/4349093094_8afe0589af_o.gif" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;" title="Anuncio sacado de internet, página generalista"><img alt="" border="0" ct="true" src="http://farm3.static.flickr.com/2731/4349093094_8afe0589af_o.gif" height="57" title="Anuncio sacado de internet, página generalista" width="480" /></a></div><br />Hay muchas clases de cerdos: ibéricos, blancos, de pata negra, de diferentes razas (Large White, Landrace, Duroc, Pietrain, Hampshire, Chato murciano, Negro canario, Retinto, entre otras muchas), domésticos, salvajes. Hay cerdos grandes, pequeños; hay cochinillos, lechones, cerdos y cerdas adultos. <br /><br />Hay muchas clases de cerdos: cerdos gordos, delgados, altos, bajos, rubios, morenos, pelirrojos incluso. Hay cerdos de derechas, de izquierdas; hay cerdos sucios, los hay limpios. Hay cerdos de mente, de actos, de actitudes, de palabra, de hechos… Hay cerdos españoles y extranjeros, autóctonos e inmigrados. Hay cerdos en definitiva para todos los gustos, en todas las épocas, estaciones o años. Hay incluso muchas denominaciones para definir o nominar a un cerdo: cochinos, marranos (hay cerdos americanos), puercos, gochos, chanchos, gorrinos, cutos, cochos, verracos, guarros…<br /><br />Hay cerdos gordos, tatuados, peludos o depilados… y también hay publicistas.<br /><br /></div>Un ciegohttp://www.blogger.com/profile/12801268453169680531noreply@blogger.com16tag:blogger.com,1999:blog-1129029641915031120.post-9508960067012872682010-01-26T10:17:00.000+01:002020-11-16T00:39:41.192+01:00El reino perdido de los calcetines<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://farm5.static.flickr.com/4024/4305412609_f737f0bbc3_o.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;" title="Ilustración del gran A"><img alt="" border="0" src="http://farm5.static.flickr.com/4024/4305412609_f737f0bbc3_o.jpg" mt="true" title="Ilustración del gran A" width="480" /></a></div><br />Hoy he entrado en una galería de alimentación que no visitaba desde hace al menos veinte años. Desolador. Un ochenta por ciento de los puestos cerrados –ignoro si para siempre- y prácticamente ningún cliente. Según caminaba buscando dónde comprar una barra de pan, una simple barra de pan, los recuerdos se agolpaban en mi cabeza. El barrio que me crió, en los tiempos en los que jugar en la calle era lo normal, siempre y cuando subieras a casa antes de que anocheciera. Las calles –todas iguales- de una de esas zonas de expansión en su momento, de esa preburbuja preinmobiliaria y post baby boom. Las tonterías de los niños, las certezas infantiles, la inocencia y la sorpresa infinita.<br /><br />Carreras de cangrejos prestados por el pescadero en las rampas “bajacarros” al lado de las escalinatas, miradas entre curiosas y asqueadas al mostrador de la casquería, conversaciones robadas y llenas de frases absolutamente demoledoras por parte de las clientas de toda la vida… durante cinco minutos me he sentido un metro más bajito y con unas cuantas canas y kilos menos. Durante cinco minutos he vuelto a ser el que fui y he echado de menos incluso el agua maloliente en los canalillos que rodeaban los tenderetes del pescado o los desperdicios sebosos de las carnicerías.<br /><br />Mientras caminaba en el silencio de la galería casi cerrada, inerte, me ha dado por darle vueltas a un asunto que nada tenía que ver con la visita. Un asunto que nunca me preocupó (porque hubo quien se esforzó en que así fuera) y que procuro ahora transmitir a cuanto niño, propio o ajeno, me demuestra deseos de conocer las grandes y pequeñas verdades de este mundo. Un asunto capital por lo nimio o nimio por lo capital, según se mire.<br /><br />Y es que hay gente, en serio, alguno conozco, para la que las grandes curiosidades de siempre (aparte de las consabidas quienes somos, de dónde venimos, etc.) se resumen en saber adónde van los patos cuando se hielan los estanques, como el papanatas de Caulfield en la más que sobrevalorada y sobada novelita de Salinger. Hay para quien ni siquiera existen esas preguntas. Es gente sin afán de saber, imagino. A mí, por el contrario, de pequeño, más o menos en la época de los correteos crustáceos, me contaron una historia, un cuento que luego, con matices, se repitió casi al milímetro con Smoles como protagonistas muchos años después. Una fábula que planteaba la existencia de un reino perdido, de un mundo mágico y maravilloso. Un universo paralelo que contestaba una de las preguntas que me hacía entonces, qué aún me hago de vez en cuando (y más personas y algunos bancos también) aunque sé la respuesta: ¿a dónde van los objetos que se extravían dentro de una casa? Esos objetos que sin razón aparente desaparecen misteriosamente y nunca jamás vuelven a aparecer, a pesar de que no salen de la habitación, eso lo sabes con seguridad, no tienen donde ir, al menos en nuestra dimensión. <br /><br />Yo, hace tiempo que lo sé. Hace mucho que me lo explicaron, en esos años de aprender a tirar piedras con fuerza y puntería, de cabalgar encima de perros reales, que se me antojaban enormes y probablemente no lo fueran tanto, de jugar en la calle inventando cien mil historias. En esos años de estar convencido de que las amistades durarían siempre, de coger la “Ruta” para ir a clase a Móstoles, de visitas con mi madre al mercado… Esos tiempos en los que me hablaron de el reino perdido de los calcetines.<br /><br /></div>Un ciegohttp://www.blogger.com/profile/12801268453169680531noreply@blogger.com17tag:blogger.com,1999:blog-1129029641915031120.post-79057285148814872972010-01-18T07:14:00.000+01:002020-11-16T00:39:41.255+01:00"Un día solo ante la puerta de mi cabeza"<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://farm5.static.flickr.com/4070/4284619656_cd4eda892b_o.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;" title="Foto de Mircea Topoleanu"><img alt="" border="0" src="http://farm5.static.flickr.com/4070/4284619656_cd4eda892b_o.jpg" ps="true" title="Foto de Mircea Topoleanu" width="480" /></a></div>Andaba yo pensando en la soledad autoimpuesta, en la que no se debe a nada externo, en esa que en ocasiones todos buscamos; me vino en seguida a la cabeza esta canción de 713avo Amor:<br /><br /><span style="color: #bd934f;">Un día, solo; ante este infierno de cenizas <br />de cigarros ya fumados. <br />solo, encerrado en esta habitación de metro ochenta y algo. <br />solo, ante esta huelga de corazones. <br />Está lloviendo <br />está lloviendo mucho <br />no para de llover <br />está lloviendo como hacía tiempo que no llovía <br />está lloviendo odio sin sangre camuflado en esta <br />lluvia de verano. <br />Y Yo estoy aquí, solo. <br />El mundo se ha ido a ver la tele <br />para olvidarse de todo lo malo <br />para olvidarse de sí mismo <br />Y yo estoy aquí solo, <br />tras un partido mal planteado <br />fumándome otra derrota en los vestuarios de mi craneo<br />con los nervios desquiciados, <br />rociados por los arcenes de mis venas,<br />muertos de hambre de neurona sana. <br />Solo, respirando atmósfera viciada <br />alimentandome del caos <br />sin dirección <br />a la deriva <br />Solo, pensando en darle un susto al mundo <br />planeando derrumbar todos los edificios <br />sobre los que el hombre ha construido su mentira; <br />y dije: ¡BASTA! <br /><br />Una noche dando tumbos, acabé con mis huesos <br />en una jodida discoteca <br />con un vaso en la mano <br />viendo a la gente bailar <br />las parejas mordisqueandose <br />los camareros ligando <br />los codos en la barra <br />los culos mareados <br />y las conversaciones vacías perdiéndose <br />en el volumen, y pensé: -Aquí nadie escucha, están solos. <br />Agaché la cabeza <br />un arrebato de risa me lo contó todo; <br />el suelo estaba lleno de colillas pisoteadas, como mis huesos; <br />pensé en retirarme: -ya es hora de irse a la cama- me dije. <br />y las colillas me echaron el brazo por encima y me llamaron hermano, y me dijeron: estamos solas <br />Yo acepté los abrazos y seguí pariendo más hermanas, estaban solas, como mi alma, <br />sin salida <br />sin saber como huir <br />no tengo a donde ir <br />estoy solo <br />A patadas me echaron de la discoteca <br />y como pude canté una canción a voz en grito <br />cagándome en los muertos del dueño y del portero: <br />-Están solos, me dije; <br />y con otro arrebato de risa, anduve largo rato; <br />me encontré en la calle a más colillas, <br />a más basura tirada por el suelo <br />sin ser escuchada por nadie <br />esperando nada. <br />Harto de todo, seguí mi camino, apretando el paso <br />con rabia decidido a darle vida a mi sueño. <br /><br />Y aquí estoy , SOLO, con las artimañas que la desperación <br />ha puesto a mi servicio, he planeado un asalto <br />a la cadena de televisión más importante del pais. <br />Dejaré un hueso de aceituna en el botón de volumen <br />para que no puedas dejar de oirme <br />y saldré disfrazado de interferencia <br />con maquillaje de distorsion <br />y una corbata de acoples. <br />Habrá un primer aviso en el Avance Informativo, <br />haré que todo parezca un fallo técnico de emisión <br />pero luego volveré, SI, volveré a decirtelo todo <br />en el telediario de las nueve <br />disfrazado de interferencia <br />con maquillaje de distorsion <br />y una corbata de acoples <br />que todo está perdido <br />Solo destruyendolo todo <br />viviendo el fin aferrado a una sonrisa <br />es inevitable <br />no queda otra salida <br />no soy nadie <br />no tengo donde ir <br />sin saber como huir <br />pero no sobrevivo, vivo <br />Solo <br />riendo, riendo <br />llorando, llorando <br />solosolosolosolosolosolo <br />solosolosolo</span><br /><br /><br />La soledad y su rabia. Dice un amigo que las letras escritas pierden toda gracia, que una letra de una canción que cantada te eriza el vello, puesta por escrito resulta (o puede resultar) entre pueril y estúpida. No es el caso, creo. De todos modos, mejor oírla…<br /><br /><br /><object height="132" width="353"><embed src="http://www.goear.com/files/external.swf?file=2f004ff" type="application/x-shockwave-flash" wmode="transparent" quality="high" width="353" height="132"></embed></object><br /><br /></div></div>Un ciegohttp://www.blogger.com/profile/12801268453169680531noreply@blogger.com19tag:blogger.com,1999:blog-1129029641915031120.post-53420160992037888532010-01-12T11:14:00.000+01:002020-11-16T00:39:41.320+01:00Café frío<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://farm3.static.flickr.com/2619/4119625676_23436cf70b_o.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;" title="Foto de Avatar"><img alt="" border="0" src="http://farm3.static.flickr.com/2619/4119625676_23436cf70b_o.jpg" height="300" ps="true" title="Foto de Avatar" width="400" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div>El café se derrama en la servilleta colocada para la ocasión y en la media luz parece sangre empapando el papel. Confío en que desaparezca la sensación de embotamiento que me entumece desde dentro, pero si lo analizo (me analizo) con sinceridad, lo dudo mucho.<br /><br />La lluvia fina cae sobre la nieve pero el frío no deja que se derrita. Hoy es gris como el cielo, sucia, manchando el recuerdo de la pureza de ayer.<br /><br />A veces te vas o siento que te has ido. A veces te vas y me dejas sin mí.<br /><br /></div>Un ciegohttp://www.blogger.com/profile/12801268453169680531noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-1129029641915031120.post-24710577174377631212009-12-14T13:15:00.000+01:002020-11-17T03:15:22.279+01:00Las manos de los ancianos<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="http://farm3.static.flickr.com/2541/4183985573_824171a134_o.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;" title="Foto de Jose Jacobo Campuzano"><img alt="" border="0" height="341" rs="true" src="http://farm3.static.flickr.com/2541/4183985573_824171a134_o.jpg" title="Foto de Jose Jacobo Campuzano" width="512" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div>Las manos de los ancianos son nudosas y tienen en cada nudillo artrítico años y años de sabiduría. Son manos de piel casi transparente, con venillas azules por debajo, piel frágil y seca, venas que se rompen casi con mirarlas. La célebre sangre azul de la nobleza corre por vaso de viejo, sin lugar a dudas. No hay más que escarlata en las arterias aristócratas y si alguno azuleara sería por años y no por cuna.<br /><br />Los viejos tienen los puños mucho más abiertos que cerrados, mucho más dispuestos a dar, sin violencia, lo que deberían recibir… a manos llenas. Tienen las manos como los ojos, acuosos los cuatro, casi ciegos y casi torpes, de tocar y sentir tactos, de llorar y ver tanto. De palpar, menos, aunque mucho también. Por eso al final, cuando el temblor hace la caricia imposible, es en los ojos en los que reside lo táctil, es en ese otro azul (o marrón, pocas veces verde, casi nunca negro) en el que está el mimo y la ternura… a pupila llena.<br /><br />Los ancianos tienen también sus particularidades, esas que los menores de setenta tratamos de entender sin éxito. Los ancianos (especialmente los hombres), por ejemplo, suelen tener sus manos llenas de dedos y con ellos golpean fuerte las mesas dónde juegan al dominó. Estoy convencido de que el objetivo de hecho de esas partidas es competir no a ver quien gana, sino a ver quien le da a la mesa más fuerte (vamos como los jóvenes que se la miden pero en versión tercera edad). Habría que probar a darles fichas sin puntos, seguro que disfrutaban del juego en igual grado. Tal vez por eso uno de los recuerdos más nítidos que tengo de mis longevos cercanos, sean esos golpes de madera sobre madera, de hueso y mesa, de nudo y tabla, esos golpes con función, como demostración de que quedan fuerzas aún , de que si puedes golpear una mesa así, podrías todavía hacer casi cualquier cosa.<br /><br />Las manos de los ancianos, en definitiva, tienen la mala costumbre de morir a la vez que sus dueños, la enfermiza mala idea de abandonar la trinchera cuando de verdad la vida vale la pena, cuando lo acumulado tras décadas de batallar, te da la respuesta a lo que viene detrás, al futuro cercano y al pasado que fue. Además esas manos ya olvidaron lo reciente pero nunca pierden la perspectiva de lo que sinceramente importa, lo que dejó poso hace mucho ya. Entonces, solo entonces, cuando ya hay entre esas uñas más respuestas que preguntas, esas manos te dejan solo, se marchan y nada más queda que su memoria, los golpes y los nudillos, la sangre azul y la piel seca.<br /><br /></div>Un ciegohttp://www.blogger.com/profile/12801268453169680531noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-1129029641915031120.post-31879232411994790532009-11-26T08:00:00.000+01:002020-11-16T00:39:41.445+01:00Las manchas de pólvora no se quitan con nieve<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><a href="http://farm3.static.flickr.com/2744/4118852845_9224e69fc2_o.jpg"><img alt="" border="0" src="http://farm3.static.flickr.com/2744/4118852845_9224e69fc2_o.jpg" style="display: block; height: 300px; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 400px;" title="Foto de Avatar" /></a><br />La sangre sobre la nieve es más roja. Y el sonido de una bala que rasga el silencio es más aterrador. Y el pánico en los ojos no se ve si el que se desploma está de espaldas. Y en lo que llega la bala a su destino, tienes tiempo de sobra de arrepentirte de apretar el gatillo. Y si no lo haces entonces, no lo harás nunca. Y el cuerpo que cae en blando no enjuaga la culpa. Y poco importan las razones. Y no, no es lo que te habían dicho, no es sencillo, no es rutinario, no es como cazar ciervos. Y sí, seguramente se lo merecía, seguramente haya más de una víctima, seguramente no era el final soñado, seguramente. Pero eso no te va a hacer sentirte mejor, eso no va a borrar el dolor, no lo va a atenuar siquiera un poco. Y por supuesto, no va a dejar la nieve más limpia.<br /><br /><br /></div>Un ciegohttp://www.blogger.com/profile/12801268453169680531noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-1129029641915031120.post-23822672385963675182009-11-23T08:00:00.000+01:002020-11-16T00:39:41.512+01:00Tríptico de Christine 3<div dir="ltr" style="text-align: left;" trbidi="on"><a href="http://farm4.static.flickr.com/3513/3965202005_c1145a5631_o.jpg"><img alt="" border="0" src="http://farm4.static.flickr.com/3513/3965202005_c1145a5631_o.jpg" style="display: block; margin: 0px auto 10px; text-align: center; width: 480px;" title="Foto de Catalin Cernat" /></a><br />Christine y su pelo castaño. Christine y su voz grave y dulce a ratos, amarga a otros. Voz como de cacao, creo. Christine y su piel tan pálida y sus piernas tan largas; su boca tan suya, sus manos tan mías. Christine deshoja pétalos como cuchillas y es voluble como el cielo. Es tan caprichosa como adorable y es tan odiosa cuando quiere…<br /><br />Christine se peina sin mirarse al espejo, se conoce demasiado. Se enjuga una lágrima que llora en silencio. Ella sabe el motivo, yo también aunque calle. Ella sabe el futuro, yo recuerdo el pasado. Los minutos se deslizan eternos como en un reloj derretido. Las agujas se pararon hace tiempo, se detuvieron en realidad en aquella primera uña pintada. Allí se quedaron esperando no sé muy bien el qué. Y no habrá más relojes ni ocasiones. Christine sabe que caerá la noche y será la última noche. Ambos lo sabemos pero ella opta por llorar y yo por recordar. Ya lloraré mañana o nunca.<br /><br />Christine que fue Rubella, fue Venus, fue Luna, fue tantas… De golpe deja de llorar y sonríe. Me da por creer que ha comprendido, me da por pensar que sabe qué pienso, me da por adivinar lo sentido en ese momento. Una penúltima risa a dos, una caricia, un abrazo prolongado. Un beso intuido y un tríptico que termina, como terminan todas las historias desde que se abolieron los puntos finales.<br /><br />No hay canción porque ella es la música y la letra.<br /><br /></div>Un ciegohttp://www.blogger.com/profile/12801268453169680531noreply@blogger.com8