jueves, 1 de febrero de 2007


Tan seguro estaba de que eras tierra que solo hice correr por mis venas agua de lluvia y sol, mezclado con la sangre sí, pero no me importó esa sangre. Esa sangre repleta de puntos suspensivos, de futuro y de incertidumbres.

Tan seguro estaba de que eras tierra que solo me preocupé de que nadie te pisara, de que nadie te pasara por encima. De que fueras tierra abonada de sentimientos, nada más. Y nada menos.

Tan seguro estaba de que eras tierra que solo tuve fe en tus frutos, aquellos que tus arrugas, como surcos de arado, prometían.

Tan seguro estaba de que eras tierra que solo negué lo innegable y nombré lo innombrable. Descuidé lo que no debía y algunas cosechas se echaron a perder.

Tan seguro estaba de que eras tierra que solo deseé ser enterrado en ella.


2 comentarios:

  1. No existen las casualidades. Por eso tu entrada coincide con mi momento tierra y siento como si lo hubieras escrito para mi, para este mi momento.
    Más, más!!!

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  2. Me alegro de que así sea. Bienvenida.

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