La lluvia empapa los escalones y huelen a ti. Huelen a pelo mojado, a tierra y a agua, a razón primera. No sé si suben o bajan, como no sé qué quiero que hagan. No sé adónde llevan ni deseo saberlo. Solo quiero recorrerlos pensando en ti, en lo que me evocan y me evocas, en lo que somos.
Benedetta sei tu, Maria,
fra tutte le donne, Maria!
E benedetto è il frutto, Maria,
il frutto del tuo seno, Gesù.
Maria, tu hai creduto!
Suena la música y las voces, pero mi cabeza está aún en otro lado. Tengo en mente aún esos escalones y sus remembranzas. María en este momento me da exactamente lo mismo. Resuenan aún en mis oídos tus pisadas y en mi olfato tu olor. La oscuridad. La compañía prometida. La complicidad.
E com'è mai che la madre del Signore
viene presso di me, e com'è mai?
Perché appena ho sentito la tua voce
qualcosa si è mosso dentro di me,
il mio bimbo ha esultato di gioia!
La belleza del italiano en femenino pugna por imponerse; no sabe lo difícil que es, por lo menos en este momento. Lo de los idiomas me pasa a menudo: me llegan más las palabras cuanto menos las entiendo. Aún así, ahora no quiero entenderlo, dejaré que las palabras me empapen como el agua a los escalones, como el alma se me empapó en su día de sentimiento.
Pues yo disfruto enormemente cuando tus palabras llegan a mi alma, precisamente porque las entiendo.
ResponderEliminarUn abrazo bien fuerte te daba ahora, mira.
Glauka: lo daré por hecho, lo del abrazo. Me alegro de que lo disfrutes y lo entiendas (aunque tengo mis dudas de que así sea, es bastante más personal de lo evidente).
ResponderEliminarBesos y gracias.
Cuando extrañas a alguien, todo te recuerda...
ResponderEliminarMe gustó mucho, Avatar
Valeria: Gracias. Me alegro de que te gustara.
ResponderEliminarSaludos