jueves, 22 de febrero de 2007



La lluvia empapa los escalones y huelen a ti. Huelen a pelo mojado, a tierra y a agua, a razón primera. No sé si suben o bajan, como no sé qué quiero que hagan. No sé adónde llevan ni deseo saberlo. Solo quiero recorrerlos pensando en ti, en lo que me evocan y me evocas, en lo que somos.

Benedetta sei tu, Maria,
fra tutte le donne, Maria!
E benedetto è il frutto, Maria,
il frutto del tuo seno, Gesù.
Maria, tu hai creduto!


Suena la música y las voces, pero mi cabeza está aún en otro lado. Tengo en mente aún esos escalones y sus remembranzas. María en este momento me da exactamente lo mismo. Resuenan aún en mis oídos tus pisadas y en mi olfato tu olor. La oscuridad. La compañía prometida. La complicidad.

E com'è mai che la madre del Signore
viene presso di me, e com'è mai?

Perché appena ho sentito la tua voce
qualcosa si è mosso dentro di me,
il mio bimbo ha esultato di gioia!


La belleza del italiano en femenino pugna por imponerse; no sabe lo difícil que es, por lo menos en este momento. Lo de los idiomas me pasa a menudo: me llegan más las palabras cuanto menos las entiendo. Aún así, ahora no quiero entenderlo, dejaré que las palabras me empapen como el agua a los escalones, como el alma se me empapó en su día de sentimiento.

4 comentarios:

  1. Pues yo disfruto enormemente cuando tus palabras llegan a mi alma, precisamente porque las entiendo.

    Un abrazo bien fuerte te daba ahora, mira.

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  2. Glauka: lo daré por hecho, lo del abrazo. Me alegro de que lo disfrutes y lo entiendas (aunque tengo mis dudas de que así sea, es bastante más personal de lo evidente).

    Besos y gracias.

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  3. Cuando extrañas a alguien, todo te recuerda...
    Me gustó mucho, Avatar

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  4. Valeria: Gracias. Me alegro de que te gustara.

    Saludos

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