miércoles, 10 de enero de 2007


La navidad claramente no atraviesa su mejor momento, salvo para el bolsillo de los dueños de los grandes almacenes; para esos sí que aunque siempre sea navidad, es por culpa de estas fiestas (o a pesar de ellas) y del consumismo exacerbado que nos invade a todos (incluso a los que nos consideramos inmunes a él) que hacen agosto en diciembre. La navidad cada vez más es una época en la que lo único que importa es vestir las ventanas de puticlub de carretera, colgar (tristemente no del pescuezo) de los balcones al gordo de rojo y gastar, gastar y gastar. Se pueden comprar turrones y adornos casi desde septiembre y los centros comerciales cuelgan las estúpidas lucecitas al mismo tiempo. La luna se coge vacaciones y las estrellas simplemente desaparecen en la ordalía de absurdos (y carísimos, desde cualquier punto de vista) colgajos que “adornan” las calles. El mercadillo –con todo su marketing edulcorado e hipócrita- solidario se instala allá dónde puede y quien más, quien menos, se ve movido a realizar buenas obras. Los tullidos y los críos enfermos de los hospitales lo tienen jodido en marzo, se conoce que el dolor solo existe en navidad, que es cuando proliferan los médicos payaso y las visitas de futbolistas. En primavera si tienes diez años y una leucemia terminal te pueden dar mucho por el culo que no irán famosos a verte ni nada por el estilo. Eso sí, lo más triste es que los pobrecillos aún sonríen en vez de vomitarles encima a las visitas, que es lo que supongo harían si tuvieran veinte años más. A lo mejor por eso, la “solidaridad”se centra en los niños en esta época: aún están a salvo de los pensamientos de cínica venganza.

¿Qué ha pasado con la navidad de verdad? La que sentían los niños y sufrían los adultos en forma de villancicos (sí, aún con la costumbre de mendigar aguinaldos por las casas, supongo que para mucho descerebrado abducido por los “tiempos modernos” será una copia del ridículo “dulce o travesura”). ¿Qué ha pasado con la otra navidad? La familiar, la de celebrar todos juntos. La que se instalaba en los corazones y no los abandonaba hasta mediado febrero. ¿Qué ha sido de ella? Está sepultada bajo toneladas de cabrón dulce. Pero que no se alarme nadie. Ya están aquí las rebajas. Podremos seguir gastando para sentirnos vivos.


5 comentarios:

  1. Que la Navidad no es lo que cuentas. La Navidad está dentro de ti, y tienes que conseguir encontrarla. Y si, como yo, no la encuentras, pones un latiguillo de “Mierda de Navidad”, y la sobrellevas como puedes, deseando con todas tus fuerzas que termine pronto. Para conseguir volver a la normalidad, a comer tranquilamente con los tuyos, a regalar algo por que al verlo sabes que es para esa persona, a salir por el centro a caminar sin que todo esté lleno de luces, gentes con bolsas… a sentir ilusión por vivir el día a día.

    Y la Navidad, pues igual algún día vuelve. Igual un día algo o alguien hace que la ilusión de hace tiempo te ciegue de todo lo que te rodea y, a lo mejor, un día, vuelvo a vivirla.




    Y sobre las buenas obras de estas fechas, siempre pienso lo mismo, es mejor que nada, no?

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  2. La Navidad debería ser de otra forma, pero a mi modo de ver es tal y como la desribo.

    Las solidaridades hipócritas tal vez sean mejor que nada, puede que sí, pero si fuera yo el niño enfermo o sus familiares no sé si pensaría que es mejor que nada. No deja de ser una forma de comerciar con esa enfermedad para obtener un beneficio en forma de imagen o de otro modo.

    Besos.

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  3. Lo que pasa es que es el único cumpleaños donde desde hace mucho no está invitado el cumpleañero. Y de ser una fiesta religiosa (de re ligar) pasó a ser una orgía incompleta. Y esto sin ser católica practicante, sino porque perdió su sentido. Incompleta porque casi nadie sale satisfecho del todo. Justamente, porque lo único que nos satisface, que hace que la vida sea una orgía permanente, es el sentido (aunque lo cambiemos, pero tenerlo)De todos modos, lo importante es disfrutar lo que queda de ella, escapar lo más que podamos a las compras, y ponerle algo nosotros adentro todos los días del año. Navidad es una de las cosas para las que no alcanza Mastercard. NI ningún otro plástico.

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  4. y yo sin ganas de comprar, y yo, sintiendo que la navidad es cada vez más triste...

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  5. Esa Ella no soy yo, querido Avatar. Me intrigó el contenido de tu correo.

    Besos orgiásticos.

    PD: Ignoro qué fue de la Navidad. Ni siquiera sé qué fue de nosotros.

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