jueves, 20 de noviembre de 2008


Con una cerveza en la mano a medio beber y tres frases colgadas en el aire sobrecalentado del bar - es que noviembre viene frío -, me fijo en ella. De pié, apoyada en la pared, no parece afectarla lo más mínimo ni la temperatura ni mi forma de mirarla. Está acostumbrada a que la observen, supongo, está habituada al ojo ajeno, escrutador a veces, reprobador las más. No se mueve, no frunce una ceja siquiera, parece puesta por el ayuntamiento, ese de las obras mastodónticas y la piel de cordero. Me pregunto si forma parte de alguna extraña performance, de alguna nueva parida seudocultural de profundo significado para el artista y el que lo subvenciona y que tiene escaso sentido o valor para el ocasional espectador.

Se acerca un tipo, la desnuda con los ojos, le hace un gesto. Ella ni se molesta en cambiar de postura, temple infinito, debe saber que no hay nada que hacer. Y así es, el impertinente sigue su camino, su errar sin rumbo. Es el quinto hombre que se para sin que ella haga nada. Pasarán muchos más, es de esperar. Y ella continuará igual, así pase el tiempo, así la noche dé la bienvenida a la mañana, porque no existe, no es, no ha estado aquí. No hay nadie apoyado en esa pared pintada y ruinosa. No es más que una estatua, con sangre en las venas, sí, con hielo en el corazón y fuego escondido en la entrepierna (ese no lo vende ni lo regala, lo reserva para quien ella quiera), con tristeza infinita y con más horas atrás que por delante, con tanta determinación como hermosura, cruel hermosura que todavía no la ha abandonado del todo. Siempre estará ahí apoyada. Para que yo la mire y ella se ría por dentro.

3 comentarios:

  1. y por qué no hablas con ella? a lo mejor deja de reirse y te da su fuego...

    un abrazo

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  2. Tuerzo a la izquierda, luego la segunda a la derecha, y ¡esta plaza es Wordpress!. Y pone Blogspot.(Le preguntaré como se hace al informático).
    El fondo oscuro, la lista de retratistas, alguien dibujando con el lenguaje; sí, la dirección es correcta.
    Iré pasando a ver que cuentas.

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  3. Sofía: El fuego vendido siempre es menos es apetecible que el regalado y esa mujer no regalaba ni las gracias.

    Un abrazo

    Toy Folloso: No todo es lo que parece, casi nunca. Hacía tiempo que no te veía, debes llevar mucho rato dando vueltas. Me alegro de que me encontraras. Gracias.

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