viernes, 13 de julio de 2007


Alicia vive a este lado del espejo, donde las sombras existen y son largas y negras. Donde los conejos no usan reloj y las cartas –y sus personajes- son inanes y no van por ahí asustando a nadie con decapitaciones. Donde los sombrereros locos no se plantean si deben matar o no al Tiempo y los gatos, sean estos de dónde sean, no hablan más que en maullidos que sólo los iniciados –y Alicia indudablemente lo es- comprenden. Donde las orugas no dan consejos ni aunque se les pidan y por supuesto no fuman en pipa. Donde las tortugas son auténticas y lentas, muy lentas.

Alicia vive a este lado del espejo, donde las maravillas oficiales tienes que comprarlas y a las regaladas no se les da importancia. Donde los países y sus absurdas fronteras son demasiado dolorosos para demasiadas personas y donde ya no quedan casi barcas en los ríos y donde ya apenas se venden sombreros de verdad y donde las tortugas vienen de Florida y donde las orugas se usan para construir urbanizaciones.

Alicia vive a este lado del espejo, pero le gustaría cruzar al otro. Al lado de las nubes de colores y de las setas gigantes. Al lado de las estrellas en el cielo y el sol de primavera. Al lado de los animales casi humanos y de los humanos animales. Al lado de los sueños y los deseos cumplidos. Al lado de las praderas interminables y el olor a pino. Al lado claro, al lado fresco, al lado dulce.

Alicia piensa que ayer era otra persona y no se equivoca. Ayer fue niña, ayer fue inocente. Ayer fue otra persona, sin lugar a dudas. Ayer Alicia no lo sabía todo, no lo creía todo y no le dolía nada.

Alicia cree que el mundo que le rodea podría ser mejor, lejos de solidaridades mal entendidas y de ayudas al tres por ciento de interés. Pero en esto Alicia sí yerra, porque el mundo es tal y como cada persona quiera verlo, como cada persona quiera que sea.

Alicia es una optimista y por eso confía en que ahora, en su ahora, sea todo distinto, quizá no mejor ni peor, pero sí distinto. Alicia se mira en su espejo, uno de esos grandes espejos que ya no reflejan tan bien y que están un poco gastados de mirarse. Intenta ver cómo es al otro lado, le duelen los ojos de forzarlos en ver más allá, solo consigue verse a sí misma. Alicia se mira en su espejo y espera y espera y espera. Entonces comprende, rompe el espejo y se mira por dentro.

6 comentarios:

  1. mierda de espejos.
    Es muy hermoso es post. Me gusta

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  2. Pobrecita...me has hecho imaginar trasladando a personajes de cuentos a la vida real...(seguro que harían un reality para encontrar a cenicienta, jajaja).

    Te ha quedado genial, como es habitual en tí (qué envidia me das)

    Un beso.

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  3. Precioso texto, lleno de incognitas que más que despejarse crean nuevos enigmas. Más que desvelar cubre. Me gusta la coincidencia de esa ella con mi ella; porque es Alicía, la del otro lado del espejo, la que tambien presige y preside unos cuantos de mis desvaríos.

    Mis felicitaciones.

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  4. manuela: Me alegro de que te guste y sí, los espejos son una mierda... casi siempre.

    bettyylavida: No tienes nada que envidiar, créeme.

    Un beso, gracias.

    nefastófeles: Las Alicias son así, como los espejos, equívocas y fascinantes.

    Gracias

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  5. me encanta leerte aunque no lo supieras... te merodeo desde hace algún tiempo... Hoy compuse un texto acerca de la poligamia, aunque no sé si es muy conveniente a tres días de San Valentín... pásate y conoces mi blog y qué cosas cuento, hay de todo en mi botica... saludos... pau... (ah, te añadí a mis favoritos)

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  6. pau llanes: Gracias por la visita y por añadirme a favoritos. Te leeré, claro que sí.

    Saludos.

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