miércoles, 25 de marzo de 2009


- El tiempo es una jaula, te impide acercarte a los otros y, lógicamente, que se te acerquen. El tiempo es lo contrario a la libertad. Envejecemos, Avatar, nos hacemos mayores y cuantos más años cumplimos, más nos alejamos de los jóvenes, de los niños, de lo que éramos y queríamos ser cuando éramos niños o jóvenes.

Mariano sigue a lo suyo. Certero como siempre y con tantas ganas de discutir (en el sentido griego) como de costumbre. Hoy no me coge, estamos bastante de acuerdo a priori y yo no ando muy bien de tiempo. Paradoja: No tener tiempo de hablar del Tiempo…

- Avatar, ¿sabes cuándo nos volvemos a acercar al pasado? Cuando nos vuelven a interesar las mismas cosas que antaño. Yo tengo un hijo, lo conoces, dieciséis cumplió el otro día. Pues bien, desde que dejó de necesitarme a cada momento (hace ya trece o catorce años de eso) nos hemos ido alejando paulatinamente el uno del otro. Es mentira eso del instinto paternal, el maternal me lo creo pero el de padre llega hasta que el niño empieza a andar, más o menos, a partir de ahí es casi casi un competidor más. Te decía, ya no me necesita, ya hace tiempo que le es poco menos que indiferente mi presencia o ausencia, salvo para cubrir demandas parasitarias: dinero, favores… el otro día trajo una chica a casa, de su edad creo. Risa de cristal, sin estúpidos dejes adolescentes, conversación bastante agradable e inteligente… según mi vástago está además bastante buena aunque eso no lo pueda confirmar, no me pareció prudente toquetearla…

- Pues no, hiciste bien. ¿Me estás diciendo que la única manera de acercarse a lo que soñaste de joven es convertirte en viejo verde? Joder, Mariano…

- No. No necesariamente. Pero sí que pienso que es entonces –y solo entonces- cuando vuelves a estar cerca de tus hijos, cuando te gustan las mismas tías, bebes las mismas cervezas y pasan a ser más colegas que hijos.

No, no y más no. Vale que el tiempo te atrape y te deje dentro; pase que libertad y tiempo sean casi antónimos pero me niego a pensar que los hijos puedan ser colegas o amigos algún día. Siempre son hijos y siempre se les ve, o debe ser así, como lo que son. Amigos pocos, contados, casi familia si quieres, pero los hijos son otra cosa, distinta, en algunos casos mejor y en otros peor pero… otra cosa. Sin duda.

- Rompe tu jaula, dobla los barrotes y escapa Mariano, estás a tiempo…

3 comentarios:

  1. Me ha encantado tu texto... Ay, el tiempo, es mi auténtica frustración.

    Un besazo enorme,

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  2. Yo tengo un amigo idiota.
    Tengo un amigo ciego con el que no veo pelis.
    Uno cojo con el que no salgo a correr.
    Uno loco con el que no puedo pasar por ciertos sitios.
    Uno alérgico a todo con el que no puedo comer casi nada que no cumpla sus indicaciones.
    Colegas con mermas más o menos superables más o menos aceptar tal como son, joderse y convivir con ellas.
    ¿No puedo tener un amigo mipadre?

    Pues échenme un galgo, porque lo tengo.

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  3. Malalua: No dejes que el Tiempo te coma terreno...

    Besos

    Golfo: Pues no, siempre será tu padre y tú para él su hijo. Y nunca será lo mismo, sin que eso sea malo, claro, más bien al contrario.

    Saludos y bienvenido.

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