jueves, 4 de enero de 2007





Llueven lágrimas con la perfección y la desgracia dentro. Preñadas de angustia, caen y caen y caen. Deja de llorar, alguien necesitará esa tristeza. Alguien que no conoces y que no te conoce. Alguien quizá lejano o quizá cercano. Alguien que no te comprende ni lo hará nunca, ni quiere ni quieres, ni falta que os hace. Alguien que no sabes por qué llorará, ni te importa en realidad. Alguien que necesita más que tú el parir sufrimiento, el alumbrar desdicha.

Pero mientras, siguen lloviendo tus lágrimas. Sin descanso. Una tras otra se deslizan por tu cara, empapan tu piel en silencio. Pero mientras, sigue sin haber razones, sigues sin dar (darte) explicaciones. Siguen derramándose por las comisuras de tus ojos de almendra.

¿Por qué esas lágrimas? ¿Por qué tanto dolor? Porque te duele de belleza, dices. Porque te duele de amor, te duele de ausencia, te duele de deseo. Pues espera, porque al final –aunque sea muy al final- todo llega.


3 comentarios:

  1. Gracias.
    Me apetece pensar que me lo cuentas a mí, al oído, que llevo una temporadita que pa qué ... confiaré en eso que dices de que todo llega.
    Un beso corazón.

    ResponderEliminar
  2. Veras como sí. Al final, siempre. Cuando ya parecía que no lo iba a hacer.

    Besos.

    ResponderEliminar
  3. Muy curioso este post, deja de llorar que tus lágrimas les hace falta a otra persona más que a tí...pero tiene su sentido, pues siempre hay desgracia mayor que la tuya, aunque la pena es una gran dictadora por otra parte

    ResponderEliminar