Al menos yo he podido salir. He sobrevivido, a duras penas, pero lo he conseguido. Juro no volver a caer en la tentación. No me dejaré arrastrar de nuevo a pesar de que siento aún su extraña atracción. Tengo que conseguir recuperarme aunque mi entendimiento, ya bastante escaso, continúa repleto de las monstruosas y descarnadas imágenes rosáceas avistadas en medio de la multitud. Anoréxicos espectros me persiguen incluso en sueños con su enloquecida sonrisa torciéndoles el gesto. Incluso podría parecer que tratan de ayudar a superar el miedo. Sé que no es así, se que es sólo la demencia que trata de abrirse paso. Mi mente intenta huir desbordada por los recuerdos, pero es imposible. Me rodean los sonidos y los olores percibidos en aquellos momentos tan duros. Tengo los sentidos embotados por el trauma y la angustia. No me puedo quitar de la cabeza aquellas pavorosas sensaciones. Y sus voces, ¡Dios! sus voces. Aún resuenan en mi interior. No me puedo desprender de ellas. Y ese: “Ya es Navidad en el Corte Inglés”...
Al menos yo he podido salir. He sobrevivido, a duras penas, pero lo he conseguido. Juro no volver a caer en la tentación. No me dejaré arrastrar de nuevo a pesar de que siento aún su extraña atracción. Tengo que conseguir recuperarme aunque mi entendimiento, ya bastante escaso, continúa repleto de las monstruosas y descarnadas imágenes rosáceas avistadas en medio de la multitud. Anoréxicos espectros me persiguen incluso en sueños con su enloquecida sonrisa torciéndoles el gesto. Incluso podría parecer que tratan de ayudar a superar el miedo. Sé que no es así, se que es sólo la demencia que trata de abrirse paso. Mi mente intenta huir desbordada por los recuerdos, pero es imposible. Me rodean los sonidos y los olores percibidos en aquellos momentos tan duros. Tengo los sentidos embotados por el trauma y la angustia. No me puedo quitar de la cabeza aquellas pavorosas sensaciones. Y sus voces, ¡Dios! sus voces. Aún resuenan en mi interior. No me puedo desprender de ellas. Y ese: “Ya es Navidad en el Corte Inglés”...
Hay situaciones que no se pueden soportar, pero de las que, asombrosamente, logramos escapar, jamás ilesos, siempre cuajados de secuelas.
ResponderEliminarMe apabulla la fortaleza del ser humano. Ignoro por qué extra?a razón la olvidamos tan a menudo.
Besos bacanalescos.
Mira chaval ... voy date!
ResponderEliminarTodos los pelos como escarpias porque efectivamente me lo estaba tomando muy empáticamente, viendo horrores y eso, y me saltas con el final ... y se me queda una cara de lechuga ...
Ella: Pues sí, no debríamos olvidarla. Además, para según que cosas, es imprescindible esa fortaleza. Gracias por leerlo. Besos unos cuantos.
ResponderEliminarGlauka: Siento tu empatía desempatizada. Una sirena con cara de lechuga ha de ser digno de ser visto... Gracias por meterte tanto en la historia. Besos ensaladeros.
Ciertamente el final..... pelín hora chanante.
ResponderEliminarDavid: Bienvenido y gracias por leerlo y comentarlo.
ResponderEliminar?Hora chanante? Como se nota que tu sólo vas al comercio tradicional...
Saludos