lunes, 30 de octubre de 2006

Foto de Evgeniy Shaman

El otoño se funde con tu piel como una mortaja y es tu mirada la única que demuestra que estás viva. Tan viva como estaban las hojas antes de volverse marrón desesperanza o las ramas que las sostenían y que ahora caminan hacia lo yermo. Tu mirada, limpia, coronando un cuello siempre excesivo en su latir, siempre eterno, siempre demasiado largo. Un cuello que instiga al mordisco cariñoso para evitar el corte de la navaja emponzoñada. Un cuello que se prolonga, infinito en su tersura, hasta el deseo sin límites, hasta hacer perder la razón.

¿Por qué te empeñas, desnuda, en que siempre sea verano? ¿Qué tiene de malo el otoño? ¿Por qué te refugias del frío? ¿Acaso no es mejor la búsqueda del calor que el mismo, regalado?

Duerme ahora, mi bella, duerme el dormir de las hadas, el descansar de lo eterno, de lo inmortal, de lo que perdurará siempre. Descansa en los brazos de todas las estaciones para poder ser, volver a ser, mañana, el duende de los despiertos, de los insomnes, la guardiana de los deseos, de los dulces y de los envenenados. Descansa, pues tienes que recorrer la noche buscando almas que guiar, pasos que señalar y caminos que ayudar a transitar.

Y te cantaran canciones, te escribirán versos, manos más hábiles que las mías y lenguas más inspiradas. Te susurrarán cuando caiga el sol, te buscarán los enamorados y te invocarán las mentes más preclaras, las de los niños pequeños...

3 comentarios:

  1. Me encanta el oto?o, quizás por eso de que el calor buscado es mejor que el regalado.
    Triste este texto, decadente ... huele a oto?o.

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  2. Soy de oto?o. Nada más.

    Besos orgiásticos.

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  3. Glauka: Puede que sea decadente, sí, las hadas lo son... Gracias y más besos (de los de siempre)

    Ella: Ya somos dos (o más). Gracias de nuevo (se me van a gastar) y besos (esos no se gastan) de tierra húmeda.

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