viernes, 14 de septiembre de 2007


Me encanta despertarme pronto y bajar a la playa antes de que se llene de gente, justo en esas horas cercanas al amanecer dónde solamente algún pescador despistado y algún corredor de ojos legañosos hollan la arena. Es entonces, y prácticamente sólo entonces, cuando el mar, al menos el cantábrico lo hace, canta para mí. Para mí y para cualquiera que sepa o quiera escucharlo.

Canta una canción larga, pero no demasiado; se va prolongando en el tiempo, va subiendo y bajando en una dulce letanía de olas y espuma. Es una canción triste pero no demasiado; provoca una cierta melancolía, pero sin llegar a la lágrima. Es una canción a veces violenta y a veces dulce, pero siempre urgente, siempre intensa, modulada en siglos de arte solitario. Tiene un timbre que rola entre el violín y la guitarra, con su ritmo de tambor algo borracho, cansino pero exacto. Armónicos que suben y bajan explicándolo todo, sintiéndolo todo.

La canción que cantan las olas es un tango de madrugada, dolor en la oscuridad, sabor añejo y un poco amargo en el fondo de la garganta. Es un vals de media tarde, algunas veces, rítmico y decadente como una copa de oporto. Es un blues en un garito oscuro y lleno de humo, uno de esos que te atenazan por dentro y que no puedes dejar de tararearlos ni después de terminarse.

Cuando el agua se arremolina y lame la arena sientes como esas notas se retuercen evocándolo todo, los pies mojados se hunden un poco y el abrazo se hace más íntimo. En cierto modo, solo en cierto modo, se parece al sexo: en cada embate, en cada golpe de mar, en cada ida y venida hay un gemido, una fusión carnal, una caricia compartida. Termina siendo la canción que no acaba, la poesía final; la nota perfecta, la melodía justa.

6 comentarios:

  1. Mirar al mar alegra el ánimo del que ya es alegre y no entristece al que ya está triste.

    Torcuato Luca de Tena.

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  2. Cuantas sensaciones distintas llevas contigo durante tus paseos por la playa...
    Un beso, Avatar.

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  3. Lo más raro de todo es que algunos no sienten nada cuando comtemplan el gran azul, ni cuando se sumergen y se mecen en los brazos helados del oceano.

    Los envido por saber ignorar el embrujo de las olas. Para mi es imposible.

    Un saludo desde la ciudad del viento; y un placer (como siempre)

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  4. Tienes razón, el mar nos canta y cuando tengo la oportunidad de oirlo me gusta hacerlo tumbada en la arena, sola, mientras el sol se esconde y el cielo se tiñe de azules, añiles, rosas, malvas, que paz me da.
    Me encanta tu blogger es diferente, tienes duende y magia en tus palabras, me permitirias enlazarte al mio?
    Un besito

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  5. me encanta..simpleemente es perfecto..aun no comprendo como puedes producir sensaciones tan opuestas en mi, me enacanta como escribes...es un don

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  6. toy folloso: Buena frase del señor de Tena.

    Gracias y bienvenido.

    valeria: Intento que sean las más posibles, sobre todo teniendo en cuenta que la playa normalmente no me entusiasma.

    Un beso, Valeria

    nefastofeles: Saludos desde este infierno céntrico, nefastofeles, coincido contigo (una vez mas).

    entregada: Claro, no solo te lo permito sino que además te lo agradezco.

    Otro para tí y bienvenida.

    mrk: Exageras, creo que exageras. Gracias en cualquier caso y bienvenida.

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