jueves, 14 de octubre de 2010

Conocí a Ana una tarde de invierno cerrado, enero creo. Hacía frío y ella se arrebujaba en su abrigo, apenas los ojos visibles bajo capas de ropa. No le presté ninguna atención, para que negarlo. Fue después, en verano, casi tres años más tarde, fue después, sí. Bastante después, cuando lo hice.Ana, friolera desde el primer instante, nunca pudo ni intentó negarlo. Friolera de manta de lana de cuadros rojos, lana de cuadros azules, lana sin cuadros....